• El buen pastor
su vida da por las ovejas. – Juan 10:11.
• Así ha dicho el
Señor: He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré. –
Ezequiel 34:11.
Durante cierto
tiempo un rebaño de ovejas debía ser desviado de una parte de su recorrido
habitual, a causa de unas excavaciones en el camino al pastizal. El pastor hizo
pasar, pues, a sus animales por otro camino, hasta que terminaron las obras. El
día que volvió a su itinerario inicial, el rebaño se paró en seco ante la nueva
parte del camino. A los testigos de la escena, que trataban de ayudar al
pastor, les fue imposible hacer avanzar a los animales. Sólo cuando las ovejas
oyeron la voz familiar de su pastor pasando a la cabeza del rebaño, lo
siguieron sin temor.
Esta anécdota nos
hace pensar en el hombre en su recorrido terrenal. ¿No es semejante a esos
animales vacilantes y desorientados ante lo desconocido? ¡Cuántas voces se
levantan en el mundo para apartarlo hacia toda clase de mentiras, espejismos e
ilusiones!
Jesús tuvo
compasión de las multitudes, “porque eran como ovejas que no tenían pastor”
(Marcos 6:34), sin protección ni dirección. Aún hoy el Señor Jesús se presenta
como el Salvador, el buen Pastor, el que conoce las necesidades de cada ser
humano. Él dio su vida para salvar a sus ovejas y desea conducir a cada una de
ellas con cuidado y amor. Él es el camino, la verdad y la vida para aquellos
que aceptan confiar en él. “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me
siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará
de mi mano” (Juan 10:27-28).
Fuentes: Amen,
Amen
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