Vida
Cristiana- Por lo general, cuando tenemos montañas en nuestra vida hablamos de
ellas, pero la Palabra de Dios nos enseña que le hablemos a ellas, como vemos
en Marcos 11:22, 23. Cuando Jesús dijo que tenemos que hablarles a las montañas
en fe, ordenándoles que se levanten y se arrojen al mar, hizo una afirmación
radical y una que merece algo de estudio.
Primero que
nada, ¿qué le decimos a las montañas de nuestra vida? Es obvio que no debemos
arrojar nuestra voluntad a ellas; tenemos que lanzar la voluntad de Dios a
ellas, y su voluntad es su Palabra.
Declarar la
Palabra de Dios es poderoso y absolutamente necesario para conquistar nuestras
montañas. Sin embargo, es sólo el comienzo. La obediencia es igualmente
importante. Si una persona piensa que puede vivir en desobediencia, y declarar
la Palabra de Dios a sus montañas y obtener resultados, será tristemente
decepcionado, como Jesús lo afirma claramente en este pasaje.
Marcos
11:22-26 debe ser considerado como un todo. En el versículo 22, Jesús dice que
tengamos constantemente fe en Dios. En el versículo 23, Él habló de liberar la
fe hablando a las montañas. En el versículo 24, habló de la oración y la
importancia de elevar oraciones con fe. En el versículo 25, nos dio un
mandamiento de perdonar. Y, en el versículo 26, afirmó llanamente que si no
perdonamos, tampoco nuestro Padre del cielo nos perdona nuestras fallas y
defectos.
No hay
poder al hablarle a una montaña si nuestro corazón está lleno de falta de perdón.
Sin embargo, el problema de la falta de perdón prolifera entre los hijos de
Dios. Multitudes de personas que han aceptado a Jesús como su Salvador personal
caen en el engaño de tratar de operar según uno de los principios de Dios
mientras ignoran completamente al otro.
Pida a Dios
que le ayude a comprender todo el consejo de la Palabra, de modo que pueda
vivir una vida equilibrada y victoriosa como creyente.
--Tomado de
La Biblia de la vida diaria, de Joyce Meyer. Una publicación de Casa Creación. Usado
con permiso.
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