“…porque
separados de mi nada podéis hacer” Juan 15: 5
En el patio
de mi casa, tenemos un espacio con algunas plantas y árboles. Una mañana de
estas, luego de las fuertes lluvias del día anterior, llamó poderosamente mi
atención una rama grande del árbol de limón.
Esta, estaba tan baja que casi pegaba al césped. La rama estaba frondosa y llena de limones en
proceso de maduración.
Me acerqué
y noté que aquella gran rama se había llenado de muchos limones y que el peso
había implicado que bajara su nivel de altura normal. Días después noté que aquellos limones
verdes no cambiaban ni de color ni de tamaño y pensé, aquí pasa algo…
Me volví a
acercar al árbol y en ese momento me percaté de que la rama se había despegado
casi por completo del resto del árbol, razón por la cual se interrumpió su
crecimiento y desarrollo normal.
Inmediatamente
tuve ante mis ojos una moraleja para nuestras vidas: El propósito del árbol es
dar vida a las ramas y las de estas, es el llevar fruto producto de permanecer
asida al tronco. Quien así no lo haga,
quedará expuesto y tendrá que asumir la consecuencia avisada “…separados del
Señor Jesús, nada podremos hacer”.
Esta
palabra Nada proviene del vocablo griego odeón que se traduce como: “Ninguno,
Ninguna cosa, Nadie, Ni siquiera hombre, mujer o cosa”.
La
invitación es a meditar en cómo están nuestras “ramas” y a observar en qué
condiciones están nuestros “frutos”.
¿Estamos
asidos al tronco que es Jesús?
“Permaneced
en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano
no puede llevar fruto por sí mismo, si
no permanece en la vid, así tampoco
vosotros, si no permanecéis en mí. Yo
soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mi, y yo en él, este
lleva mucho fruto”, Juan 15: 4-5. Dios
espera frutos.
Oración:
Señor
Jesús, nos acercamos confiadamente al trono de la gracia como nos enseña tu
palabra, para primero pedirte perdón y
luego confesar que nos hemos dado cuenta que necesitamos ser hallados en Ti,
para que podamos llevar fruto. Bendice,
reverdece y fructifica esta tu rama. Que
así sea, Amén.
Escrito por Alicia Chacón Quirós, Consejera y
colaboradora de Club 700
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