Me encantó
la oración de Malcolm el otro día en la iglesia. Con solo siete años de edad,
se puso de pie delante de otros 100 niños y oró, diciendo: «Jesús, gracias
porque algunos de nosotros podemos jugar al fútbol e ir a la iglesia, por
habernos cuidado para llegar aquí, por el perdón de nuestros pecados y por la
vida eterna. Te amamos, Jesús. ¡Por favor, nunca olvides cuánto te amamos!».
Se me
llenaron los ojos de lágrimas mientras él le expresaba al Señor el sentir de su
corazón. Al ser adultos, tendemos a tratar de pulir un poco nuestras oraciones,
pensando que sonará mejor a los oídos de Dios o de las demás personas que tal
vez nos oigan. Pero me parece que el Padre celestial se deleita al escuchar
simplemente lo que está en el corazón de sus hijos.
El corazón
de Nehemías estaba muy preocupado por el bienestar de Jerusalén, su tierra
natal, cuando oyó que el pueblo se sentía profundamente angustiado y que el
muro que rodeaba la ciudad había sido destruido (Nehemías 1:3). Deseoso de
hacer algo, habló con Dios al respecto. Lo alabó por su Persona (v. 5), pidió
perdón por el pecado (v. 6), le recordó su promesa (v. 9) y le pidió que el rey
tuviera misericordia (v. 11). Dios cuidó a Nehemías y a su pueblo durante todo
el proceso de reconstrucción.
¿Qué tienes
en mente? ¿Gratitud o preocupaciones? Sea lo que sea, tu Dios amoroso desea oír
lo que hay en tu corazón.
La oración
en su máxima expresión procede de las profundidades de un corazón humilde.
Fuentes:
Nuestro Pan Diario
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.