Leer: Mateo
21:28-32
| El email del
alumno de mi clase de redacción en la universidad expresaba urgencia. El
semestre estaba por terminar, y, como se había dado cuenta de que necesitaba
mejorar sus calificaciones para poder participar en los deportes, quiso hacer
algo. Entonces, como no había entregado algunos trabajos, le di dos días para
que los terminara y pudiera mejorarlas. Su respuesta fue: «Gracias. Voy a hacerlo».
Pasaron los
dos días y no apareció ningún trabajo. Lamentablemente, no respaldó sus
palabras con acciones.
Jesús habló
de un joven que hizo algo parecido. El padre le pidió que fuera a trabajar en
la viña, y él respondió: «Sí, señor, voy» (Mateo 21:30), pero no fue.
En su
comentario de esta parábola, Matthew Henry concluye: «Los brotes y las flores
no son el fruto». Los brotes y las flores de nuestras palabras, que generan
expectativas sobre lo que haremos, son inútiles si no se ve el fruto. Aunque
Jesús hablaba sobre los líderes religiosos que alegaban ser obedientes, pero no
se arrepentían, la verdad también se aplica a nosotros. No honramos a nuestro
Salvador con promesas incumplidas, sino siguiéndolo «de hecho y en verdad» (1
Juan 3:18).
Padre, ayúdame a cumplir mis promesas y a
hacer todo lo que me corresponde.
En especial, a hacer tu voluntad
y no solo hablar de ella.
Las palabras son las flores y las
acciones son los frutos.
NUESTRO PAN
DIARIO
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