Leer | Juan
14.1 | Muchas veces dejamos que nuestras circunstancias determinen nuestra
actitud. Si no tenemos problemas, entonces nos sentimos bien; cuando llegan,
nuestro estado de ánimo decae. Pero no tenemos que vivir así. Al igual que el
apóstol Pablo, podemos aprender y practicar el secreto de tener contentamiento.
El
contentamiento significa aceptar las cosas como son. Esto requiere desarrollar
una actitud de “todo lo puedo en Cristo”. Significa aprender a introducir en
nuestra debilidad el poder de Dios, para que podamos aceptar y adaptarnos a las
circunstancias cambiantes. Cuando respondemos a la vida con esta manera de
pensar, no vivimos según nuestros sentimientos sino por fe (2 Co 5.7).
La sumisión
y la confianza en Dios son necesarias para un estilo de vida así.
Primero, tenemos que rendir nuestra voluntad a Dios: en
todas las situaciones debemos renunciar a lo que queremos, y aceptar lo que
Dios nos conceda. Nuestro deseo de controlar las circunstancias es sustituido
por la confianza en Él. Esta opción se vuelve más atractiva cuando entendemos
que luchar contra nuestras circunstancias produce ansiedad y angustia.
El segundo paso es confiar en que Dios
observará nuestra situación específica. Si creemos que Él está llevando a cabo
su plan perfecto para nosotros, experimentaremos entonces el gozo que viene de
confiar en Él. Tendremos contentamiento.
El apóstol
Pablo rindió su vida a Dios y confió en Él. Enfrentó insultos, rechazo y muchas
pruebas difíciles, pero aun así tenía contentamiento. Si rendimos el control de
nuestra vida al Señor, y confiamos en que Él quiere lo mejor para nosotros,
también tendremos contentamiento.
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