Leer:
Génesis 11:1-9 | A dos obreros les preguntaron qué estaban construyendo. Uno
dijo que era un garaje, pero el otro contestó que edificaba una catedral. Al
día siguiente, había uno solo poniendo ladrillos. Cuando le preguntaron dónde
estaba el otro, respondió: «Ah, sí, lo despidieron. Insistía en construir una
catedral en lugar de un garaje».
Algo
similar sucedía en la antigua obra de Babel. Un grupo decidió edificar una
ciudad, y una torre que llegara hasta el cielo y uniera su mundo (Génesis
11:4). Sin embargo, Dios no quería que trabajaran en ese grandioso plan
egocéntrico, basado en que podrían ponerse a la altura del Altísimo y resolver
todos sus problemas. Entonces, el Señor descendió, detuvo el proyecto, dispersó
a la gente «sobre la faz de toda la tierra» y le dio idiomas diferentes (vv.
8-9).
Dios
quería que todos lo vieran a Él como la solución de sus problemas y le reveló a
Abraham sus planes para ellos (12:1-3). Mediante la fe de Abraham y sus
descendientes, le mostraría al mundo cómo buscar una ciudad «cuyo arquitecto y
constructor es Dios» (Hebreos 11:8-10).
Nuestra
fe no surge de nuestros sueños y soluciones personales, sino que su fundamento
está únicamente en Dios y en lo que Él puede hacer en y a través de nosotros.
Padre celestial, ayúdame a
consultarte sobre mis sueños y planes.
Dios
quiere llevar a cabo lo que solamente
Él puede
hacer en y por nosotros.
Nuestro
Pan Diario
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