Leer | 1 TIMOTEO 6.6-19
| El dinero no es bueno ni malo.
No obstante, el afán por él puede ser muy peligroso para nuestras almas.
Dios creó a la humanidad para que le amara, pero desde la
tentación en el huerto del Edén, la gente entregó su corazón a deseos
inferiores. El amor al dinero no solo le roba a Dios su debido lugar; también
roba el contentamiento, lleva a diversas tentaciones, y puede hacer que nos
apartemos de nuestro Creador.
Pero la cantidad de dinero que tengamos no es la fuente del
problema. La raíz tiene su origen en los deseos del corazón. Nunca nos parece
que tenemos suficiente, no importa cuál sea nuestra situación económica. El
atractivo del dinero promete placeres y seguridad, pero si nos consagramos a la
búsqueda de las riquezas, descubriremos que solo conduce a la perdición y al
sufrimiento.
Marcos 4.19 habla del “engaño de las riquezas”. Haga memoria
del día cuando compró algo que realmente necesitaba. ¿Recuerda la satisfacción
que le producía ese artículo cuando estaba nuevo? ¿Qué me dice de ahora? ¿Se
siente de la misma manera? La satisfacción que dan las cosas materiales es
pasajera y, por tanto, se hace necesaria la búsqueda de más para recuperar la
misma sensación de gratificación.
El placer duradero y la seguridad se encuentran únicamente
en Dios. Él “nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos” (1
Ti 6.17). Pero si dejamos que los bienes se conviertan en nuestro deseo
principal, perderemos nuestro contentamiento. Busque al Señor por medio de su
Palabra y la oración; al aprender a deleitarse en Él, usted descubrirá la
satisfacción verdadera para su alma.
(En Contacto)
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