LEA: Lamentaciones 3:1-3, 25-33 | Gary
Carter, jugador de béisbol y miembro del Salón de la Fama, era seguidor de
Cristo. Durante sus 19 años de carrera, su fe en Dios le dio fortaleza y
resistencia para competir. En un artículo del Wall Street Journal, poco después
de la muerte de Carter a los 57 años por un tumor cerebral, el escritor Andrew
Klavan relató cómo había influido en su vida.
A finales de la década de 1980, Klavan atravesaba el peor
momento de su vida y pensaba suicidarse. Entonces, escuchó una entrevista a
Carter después de un partido. Su equipo, los New York Mets, había ganado, y el
maduro jugador había colaborado corriendo esforzadamente en un momento crucial
del partido. Le preguntaron cómo había podido hacerlo con sus rodillas tan
doloridas. Klavan escuchó su respuesta: «A veces, uno simplemente tiene que
jugar con dolor». Esa simple declaración lo ayudó a salir de su depresión. «¡Yo
también puedo hacerlo!», declaró. Animado, encontró esperanza… y más tarde, puso
su fe en Cristo como Salvador.
La consoladora verdad detrás de la afirmación de Carter
proviene de Lamentaciones. Quizá enfrentemos tristezas, dolores y dificultades,
pero no tenemos que hundirnos en la auto conmiseración. El mismo Dios que
permite que suframos también derrama sobre nosotros su abundante consolación
(Lamentaciones 3:32). Con el amor del Señor que nos levanta, podemos (si es
necesario) «jugar» con dolor.
Dios te librará del sufrimiento o te dará gracia para
soportarlo.
(Nuestro Pan Diario)
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