domingo, 30 de junio de 2013

Firmes en nuestra fe




El reciente hecho de que La Corte Suprema en Los Estados Unidos aprobara el matrimonio entre las parejas del mismo sexo, ha causado muchas reacciones tanto a favor como en contra, principalmente  de las iglesias cristianas, católicas y ortodoxas, generándose centenares de comentarios, muy interesantes todos,  de donde surgen algunos interrogantes que quisiera compartir con ustedes, como por ejemplo:


  1. ¿Cómo pueden afectarnos a nosotros los cristianos estos hechos, con familias tradicionales, con niños pequeños, que van a escuelas y a colegios del gobierno o privados, en donde la educación religiosa está prohibida o es alternativa?
  2. ¿Qué les vamos a decir a nuestros hijos, nietos o familiares pequeños, cuando nos pregunten cual es nuestra posición o aprobación?
  3. ¿Hacia dónde va el mundo? –  ¿Hacia otra Sodoma y Gomorra? Y por ende a otra destrucción?
  4. ¿Qué sentiríamos de ver a nuestros  amigos, vecinos y hasta familiares, hundirse y perderse  sin esperanza de salvación?
  5. Estamos de verdad convencidos del camino que escogimos seguir, cuando aceptamos a Jesús en nuestra vida? Y nos mantendremos firmes en la fe, cuando nos traten de anticuados, antisociales, fanáticos y otros calificativos?

Podría enumerar otras pero por ahora prefiero ofrecer algunas alternativas o respuestas a las anteriores preguntas:

  1. La primera, es claro que no podemos confiar 100% la educación de nuestros hijos a las escuelas públicas o privadas; el sistema y el gobierno son dos caras de una misma moneda, el mundo y ya sabemos que el mundo ni conoce a Jesús ni es nuestro amigo; a los políticos les interesa darle gusto a la gente,  aprobar leyes que favorecen al pueblo, a cambio de  ganar su favor, el cual se expresa en los votos en las urnas que eligen a los gobernantes.   La principal educación es la que se ejerce en la casa, en el seno de la familia, en el hogar; esa es la educación que verdaderamente importa, la que se grava en nuestra mente y en nuestro corazón. Es la semilla de la Palabra de Dios, que se siembra en el corazón y la mente de los niños y que cuando sea el momento va a producir su fruto. Yo recuerdo mi adolescencia fue muy controversial, pero al final, lo que quedo fue lo que mi abuela me enseño acerca de Dios y de La Biblia.  Es en el hogar donde se fundamenta la verdadera educación; son los cimientos para construir sobre roca y no sobre arena.
  2. Debemos ante todo entender nosotros mismos cual es la diferencia entre las leyes y mandamientos de Dios y las leyes humanas y mandamientos de los hombres y del mundo, para luego poder explicar a nuestros niños que hay matrimonios y conductas aprobadas por el hombre y matrimonios y conductas aprobadas por Dios y que en cualquier caso, respetando las leyes, el gobierno y el sistema, debemos obrar conforme a nuestra conciencia y principios cristianos. Desde los tiempos de Jesús, quedo claro que una cosa es lo que piensa el mundo y otra lo que piensa Dios; una cosa es la política, el dinero y los intereses del mundo y otra muy distinta obedecer a Dios, sus leyes y mandamientos  y hacer su voluntad.
  3. No solo es mi opinión, sino que está escrito. Todo lo que está sucediendo en el mundo, el nivel de degradación y degeneración de la humanidad es tan grande, que creo que ya estamos superando  el índice de maldad y de perversidad, de atrocidad que pudo haberse vivido en Sodoma y Gomorra e incluso el nivel que había alcanzado la humanidad antes del diluvio universal. Y no lo digo porque haya gais en el mundo, pues muchos son excelentes personas, buenos seres humanos, lo digo porque se ha perdido por completo el norte, la dirección de hacia dónde vamos.  Por eso, cuando veo los cambios climáticos, la desaparición de las especies, los tsunamis, los terremotos, tornados, huracanes y otros desastres que están arrasando con poblaciones enteras, borrando del mapa naciones y aniquilando miles de vidas, no puedo más que pensar que todo esto tiene que estar pasando porque Dios lo está permitiendo, porque tiene que haber un equilibrio, porque Dios no puede permitir que el mal prevalezca sobre el bien y porque estoy  segura que todo esto no es más que el comienzo del fin y triste y desafortunadamente, tiene que ser así, porque así es como se separaran y diferenciaran el trigo de la cizaña y todos, absolutamente todos, conocerán del Señor y oirán hablar de él,  y tendrán la oportunidad de arrepentirse o definitivamente desecharlo y tomar una decisión sobre el camino que quieren tomar.
  4. Esta es la parte más triste de la historia,  ver a nuestros amigos, vecinos y familiares quizás perderse sin posibilidad de salvación, porque desecharon la gracia, el amor y el perdón de Dios, para entregarse al deleite y complacencia de sus deseos. Pero si hay algo que podemos hacer y es orar, orar no solo por nuestros amigos y seres a quienes amamos, sino también por nuestros enemigos, por aquellos que no conocemos, por los países, por los gobernantes,  por la paz en Israel y por la misericordia de Dios para esta tierra.
  5. Para terminar, la respuesta a esta ultima pregunta es muy importante, pues no podemos ser tibios, ni creer a medias, ni ser solo simpatizantes del cristianismo, ni ir a la iglesia solo porque nos gusta como cantan las canciones tan bonitas; debemos estar seguros, convencidos y convertidos de nuestra pasada manera de vivir hacia una nueva vida, dar testimonio con nuestra vida, que Cristo está en nuestro corazón, que amamos, conocemos y obedecemos a Dios con todo nuestro corazón, mente y cuerpo. Si este es el camino que escogimos, caminemos en el con la frente en alto, sin sentir vergüenza porque somos cristianos; si nos auto-proclamamos cristianos, comportémonos como tal y sigamos adelante, porque somos lámparas encendidas para aquellos que andan en tinieblas; somos la sal de este mundo; no podemos servir a dos dioses,  a Dios y al diablo al mismo tiempo, sería como si camináramos con un pie en el cielo y otro en el infierno y al final, tendríamos los dos en el infierno.

Necesitamos que Dios tenga misericordia de nosotros, nos limpie cada vez más y renueve nuestro espíritu dentro de nosotros, como clamo David en el Salmo 51.

“Crea en mí, oh Dios, un *corazón limpio,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me alejes de tu presencia
ni me quites tu santo Espíritu.
Devuélveme la alegría de tu *salvación;
que un espíritu obediente me sostenga” Salmos 51:10-12  (NVI)

“Así que, hermanos, sigan firmes y manténganse fieles a las enseñanzas que, oralmente o por carta, les hemos transmitido.” 2 Tesalonicenses 2:15 (NVI)


Autora: Hefzi-ba Palomino
Escrito para Devocional Diario

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