Leer | SALMO 34.9, 10
| Como nuestro Buen Pastor, el
Señor cumple muchos roles. Ayer lo vimos como un pastor perdonador. Él es
también un pastor proveedor: conoce nuestras necesidades aun antes de que le
pidamos ayuda, y se deleita en suplir esas carencias (Mt 7.9-11). Eso
significa, en términos prácticos, que Él sabe lo que necesitamos física, emocional
y espiritualmente.
Pero Dios no solamente nos da su provisión; Él es también un
pastor protector, que nos defiende de los ataques. Notemos en el Salmo 23.4 qué
es lo que alienta al escritor: la vara y el cayado del Señor. Los pastores de
la antigüedad usaban estos dos implementos para defender a sus ovejas de
animales feroces. Dios va delante de nosotros, quitando de nuestro camino las
trampas del enemigo.
Pero es importante notar lo que no dice el salmo 23. Por
mucho que queramos evitar los tiempos difíciles, este pasaje no nos dice que
Dios nos conducirá alrededor del “valle de sombra de muerte” (v. 4). Por el
contrario, nos conduce a través de él. Esto significa que el plan de Dios
exige, por lo general, que pasemos por circunstancias dolorosas, enfrentando
esas sombras y esos lugares oscuros en nuestras vidas. Sin embargo, en medio de
nuestro difícil viaje, podemos mantenernos confiados si seguimos con nuestra
mirada puesta en el Pastor, quien nos conduce a salvo al hogar celestial.
¿Ha experimentado usted la provisión del Señor, para luego
caer en la duda y en temor por alguna pérdida o adversidad? Él no le ha
abandonado. Dios sigue siendo el Buen Pastor, y le está conduciendo en medio de
la oscuridad a luz donde Él está.
(En Contacto)
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