LEA: Job 7:11-21
| En mayo de 2011, una joven se
refugió en una bañera durante un tornado que devastó la ciudad donde vivía. Su
esposo la cubrió con su cuerpo y recibió los golpes de los escombros que
volaban. Él murió, pero ella sobrevivió gracias al heroísmo de su marido. Como
es natural, lucha con la pregunta: «¿Por qué?». Pero un año después de lo
ocurrido, dijo que encontraba consuelo pensando que, aun en su peor día, se
sintió amada.
Cuando pienso en «los peores días», de inmediato me viene a
la mente Job. Aunque amaba a Dios, ¡perdió sus animales, sus criados y sus
hijos en un solo día! (Job 1:13-19). Se lamentó profundamente y también se
preguntó el porqué. Exclamó: «Si he pecado, ¿qué puedo hacerte a ti […]? ¿Por
qué me pones por blanco tuyo…?» (Job 7:20). Sus amigos lo acusaron de haber
pecado y pensaban que merecía sufrir, pero Dios les dijo: «… no habéis hablado
de mí lo recto, como mi siervo Job» (42:7). El Señor no le explicó a Job por
qué sufría, pero lo escuchó y no lo culpó por sus cuestionamientos. También le
aseguró que tenía el control de todo y que podía confiar en Él (42:1-6).
Quizá el Señor no nos explique las razones de las pruebas,
pero debemos estar agradecidos de que, aun en nuestro peor día, podemos saber
con certeza que Él nos ama (Romanos 8:35-39).
El amor de Dios no nos exime de las pruebas, pero nos ayuda
a sobrellevarlas.
(Nuestro Pan Diario)
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