LEA: 1 Corintios 12:12-27
| La mayor parte de las regiones
del mundo conoce el fenómeno asombroso de la nieve. Los copos de nieve son
cristales de hielo hermosos y singularmente elaborados. Por sí solos, son
frágiles y se derriten rápidamente si nos caen en la mano. Sin embargo,
agrupados, generan una solidez considerable.
Pueden inmovilizar grandes ciudades y, al mismo tiempo,
crear paisajes maravillosos con árboles cubiertos de nieve, cuyas fotografías
decoran calendarios y se convierten en motivos de obras de arte. Brindan placer
en las laderas para esquiar, y alegría a los niños cuando hacen muñecos de
nieve y bolas para arrojarse unos a otros. Todo porque los copos se mantienen
unidos.
Lo mismo sucede con los que seguimos a Cristo. Cada uno ha
sido exclusivamente dotado con capacidades para colaborar en la obra de Dios.
La intención nunca fue que viviéramos aislados, sino que trabajáramos juntos
para convertirnos en una gran fuerza para Dios y el progreso de su causa. Pablo
nos lo recuerda diciendo que el cuerpo de Cristo «no es un solo miembro, sino
muchos» (1 Corintios 12:14). Todos debemos usar nuestros dones para servirnos
mutuamente, de modo que, juntos, podamos marcar una diferencia significativa en
el mundo.
Pon tus dones a trabajar, coopera alegremente con los
talentos de quienes te rodean ¡y deja que el Espíritu te utilice para su
gloria!
Podemos lograr más juntos que solos.
(Nuestro Pan Diario)
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