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MATEO 6.25-34 | ¿Qué es lo que más le preocupa a usted? ¿Su
salud, su familia, o tal vez sus finanzas? Aunque la mayoría de los cristianos
dicen confiar en el Padre celestial, muchos no dejan de angustiarse.
Es
importante que distingamos entre preocupación enfermiza y preocupación
legítima. Queremos, sin duda, ser conocidos como miembros confiables de la
sociedad, lo cual implica tener un sentido de responsabilidad de modo que
llevemos nuestra carga y corrijamos las cosas que necesitan ser enmendadas.
Pero la preocupación enfermiza es más que eso; es un veneno que destruye nuestra
confianza en Dios. ¿Qué podemos hacer en cuanto a la ansiedad?
Para
comenzar, necesitamos estar conscientes de la diferencia que hay entre ser un
creyente en Jesús y ser un seguidor de Jesús. Un creyente es alguien que ha
puesto su fe en el Señor para salvación, y que ha recibido el regalo de la vida
eterna. Un seguidor va más allá, y trata de conocer y obedecer a Dios.
Por medio
de la Palabra de Dios, nosotros, como seguidores de Él, entendemos cada vez más
su naturaleza y el cuidado que tiene de nosotros. Cuando lleguemos a estar
plenamente convencidos de que nuestro Dios es tan benigno y misericordioso como
la Biblia lo describe, con toda seguridad evitaremos caer en la angustia.
La Biblia
enseña que Dios conoce todas nuestras necesidades y preocupaciones, pero aun
así nos ordena que no nos angustiemos. ¿Le ordenaría Él hacer algo, sin darle
la capacidad para hacerlo? ¡Por supuesto que no! El Señor quiere que usted
confíe plenamente en Él y se dé cuenta de que la angustia es inútil.
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