Ante la
amenaza de ser echados al horno en llamas, los tres jóvenes hebreos se negaron
a transigir en sus creencias o a cambiar su comportamiento. Dijeron al rey: “Si
se nos arroja al horno en llamas, el Dios al que servimos puede librarnos del
horno y de las manos de Su Majestad. Pero aun si nuestro Dios no lo hace así.
no honraremos a sus dioses.” (Daniel 3:17-18). Con las palabras “Pero aún si no
lo hace”, elevaron su fe a un nivel muy superior.
Sabían que
Dios podía evitar que fueran quemados, pero desconocían sus planes para ese
preciso momento. Con todo, preferían morir a decepcionar a Dios. Entiende lo
siguiente: Dios puede sacarte de una situación o dejarte pasar por ella.
Cuando te
deja que la enfrentes durante más tiempo de lo que a ti te gustaría, está
desarrollando en ti esa fe “ardiente”. La fe pasada por fuego está
muerta a la duda y es ciega ante la imposibilidad. Se eleva por encima de las
nubes amenazadoras y se aferra a Aquél que tiene todo el poder en el cielo y en
la tierra. Hace que las circunstancias sean llevaderas y se vea el futuro con
esperanza.
La fe
“ardiente” cree que aunque tengas que pasar por el horno de fuego, Dios irá
contigo. Escucha las palabras de un rey pagano que vio lo que sucedió: “Yo
veo cuatro hombres sueltos. en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto
del cuarto es semejante a un hijo de los dioses” (Daniel 3:25).
Esa clase
de fe te hace tan libre cuando estás en medio del fuego de la aflicción que
cuando te encuentras fuera de él. Y además, cuando tus amigos vean al Señor ahí
contigo, eso les dará más convencimiento de Dios que cualquier otra cosa.
(Devocionales
Cristianos)
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