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GÉNESIS 3.1-24 | Satanás es tan astuto que fue capaz de
engañar a Eva para que pecara. Su respuesta a la pregunta que él le hizo (Gn
3.1, 2) revela que Eva sabía exactamente lo que Dios le había dicho. ¿No somos
también nosotros así hoy? Sabemos exactamente lo que dice la Palabra de Dios,
pero muchas veces no obedecemos al Señor.
¿Pasa usted
más tiempo complaciendo sus deseos, incluso si eso significa, practicar el
pecado en lugar de meditar en las Sagradas Escrituras y orar? Tenemos un
enemigo que no solo es sagaz e inteligente, sino también cruel e implacable. Su
objetivo es alejarle de su Creador, detener su crecimiento como creyente y
minimizar su influencia en bien del reino de Dios. Él conoce sus debilidades;
también sabe cómo sorprender, atraer y disfrazarse.
Por esta
razón es imprescindible que cada creyente mantenga una fuerte defensa por medio
de una comunión renovada y continua con Jesucristo. Él es nuestro refugio, y su
Palabra un arma muy eficaz.
El Señor es
santo; Satanás es perverso. Aprenda, por lo tanto, a responder a la tentación
sabiendo que el origen de ella es un enemigo perverso decidido a robarle su
gozo y a destruir su efectividad como hijo de Dios. Por lo tanto, acuda al
Señor y pídale que le ayude a vencer. Él es el Aquel que puede —y está
dispuesto— a darle la victoria.
Recuerde
esto: “Mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1 Jn
4.4). Acuda al Señor cuando Satanás le lance sus dardos. Ore, diciendo:
“Gracias, por ser tu hijo. Te ruego que me protejas”. Y Dios, que es fiel, le
dará su ayuda para que escape (1 Co 10.13).
(En
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