Una
cantante famosa iba de éxito en éxito y su carrera marchaba viento en popa,
pero cuando se encontraba sola consigo misma, todo era diferente. Se sentía
triste y atormentada por el vacío de su propia vida. Como no soportaba más la
mentira y la contradicción entre este mundo de apariencias y su propio
desconcierto, decidió dejar el mundo del espectáculo. En su deseo de cambiar,
estudió los textos de algunos grandes filósofos, sin embargo su búsqueda de la
verdad no fue satisfecha. En el fondo de sí misma seguía sintiéndose
desesperada y desamparada.
Fue
entonces cuando alguien le propuso hacer una prueba para grabar dos canciones
religiosas. En el estudio de grabación se encontró con un estudiante cristiano
con quien abordó temas como la existencia de Dios, la persona de Jesús, la
realidad del pecado, la obra de la redención… nociones desconocidas para ella
pero que calaron en su mente. Al final la prueba de grabación no se llevó a
cabo, pero la cantante mantuvo el contacto con ese creyente.
Una
correspondencia continua la llevó progresivamente al camino de la fe, y poco a
poco fue entendiendo los temas que le parecían difíciles. «Entonces, dijo ella,
llegó el día en que me rendí por completo a los pies de Jesús. Me di cuenta de
que él podía dar un nuevo sentido a mi vida destrozada. Por ello puse mi vida
en sus manos»
Enséñanos de tal modo a contar nuestros días,
que traigamos al corazón sabiduría. – Salmo 90:12.
Dame, hijo mío, tu corazón. – Proverbios
23:26.
Os es necesario nacer de nuevo. – Juan 3:7.
(Amen,
Amen)
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