Pasó muchas horas y días sentado frente al computador. No una
sino en varias ocasiones, se sirvió hasta la última gota de café tinto del
termo que colocaba en el pequeño escritorio. Incluso, al percatarse de la hora,
comprobaba que era de madrugada, pero persistía.
Su meta era construir una Página de
Internet. ¿Te parece algo trivial? ¡Cuidado! Te estoy hablando de Ahmed, un ascendiente de
árabes residente en una zona distante de Argentina. Acostumbrado a las pampas,
a los cantos gauchos y al matecito, que no le resultaba muy amargo para su
gusto. Y desde ese remoto lugar, con solo un computador y el acceso al
ciberespacio, se propuso crear un portal en el que pudiera comentar de libros,
su mayor pasión.
Lo intentó varias veces, pero además de fallar
igualmente en multitud de ocasiones, aprendió en cada nuevo fallo. Por fin,
pasadas varias semanas, publicó—a punta de conocimientos empíricos—una Página
básica que comenzó a difundir en muchos lugares, también a través de la
Internet.
Hoy tiene
una Página completa. A fuerza de perseverar, logró no solo posicionar el
contenido, sino incluso comercializarlo para agenciarse un ingreso. Un sueño se
hizo realidad. Los errores lo condujeron a la mejora y hoy las cosas son
distintas para él. Comprobó la importancia de insistir y persistir.
¿Estás
desanimado por tus fallas? Los seres humanos, por nuestra condición, somos
proclives a fallar. Muchos de nuestros yerros nos traen tristeza y otros, la
profunda sensación de que jamás alcanzaremos la victoria. Pero si perseveramos,
llegaremos a la meta, con un carácter desarrollado como vencedores.
Igual la vida cristiana. No experimentamos el
crecimiento personal y espiritual de la noche a la mañana. Es un proceso. Avanzamos
en la medida que: primero, dependemos del Señor Jesucristo; segundo,
desarrollamos una sólida vida de oración, tercero, estudiamos las Escrituras y
cuarto, ponemos en práctica Tus enseñanzas.
El autor sagrado nos enseñó que en las
Escrituras encontramos adecuada orientación, y también, que una vez
identificados los errores, debemos aceptar las instrucciones orientadas a
aplicar cambios: “Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y
camino de vida las reprensiones que te instruyen…”(Proverbios 6.23).
Tú y yo podemos cambiar. Es posible. No en
nuestras fuerzas, sino con el poder que proviene de nuestro amado Señor
Jesucristo. ¿Cometiste errores? El hecho
de identificarlos ya es un gran paso.
¿Consideras que es imposible la transformación? En absoluto…. ¡Tú
puedes!
Con la
ayuda de DIOS no hay límites para el crecimiento. ¡Bienvenido al cambio! BCG
ORACIÓN:
Oh, DIOS. En este día me acerco a Ti para pedirte perdón por los errores que he
cometido y para que me ayudes, con Tu poder, a cambiar mi forma de ser. Gracias Señor. Por Cristo Jesús, amén.
(El Versículo
del Día)
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