Leer: 2
Timoteo 2:1-10
| Por haber
participado en la Primera Guerra Mundial, C. S. Lewis conocía bien las
presiones del servicio militar. En un discurso público, durante la Segunda
Guerra Mundial, describió con elocuencia las dificultades que enfrenta un
soldado: «Todo lo que atravesamos en cada situación adversa […] se resume en la
vida del soldado en servicio activo.
Como una enfermedad, amenaza con dolor y
muerte. Como la pobreza, intimida con frío, calor, sed, hambre y falta de un
techo. Como la esclavitud, amedrenta con trabajo duro, humillación, injusticia
y reglas arbitrarias. Como el exilio, amenaza con separarte de todos los que
amas».
El apóstol
Pablo usó la analogía del soldado sufriente, para describir las pruebas que
puede experimentar un creyente al servir a Cristo. En sus últimos días, y tras
haber soportado fielmente el sufrimiento por defender el evangelio, exhorta a
Timoteo a hacer lo mismo: «Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de
Jesucristo» (2 Timoteo 2:3).
Servir al
Señor exige perseverancia. Tal vez nos enfrentemos con problemas de salud,
conflictos relacionales o circunstancias difíciles, pero, como un buen soldado,
seguimos adelante, fortalecidos en Él, ¡porque servimos al Rey de reyes y Señor
de señores que murió por nosotros!
Padre,
ayúdame a ser fiel en el servicio a ti.
El amor de
Dios no evita las pruebas, pero nos ayuda a atravesarlas.
Nuestro Pan
Diario
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