1 JUAN 4: 7 Amados, amémonos unos a otros, porque el
amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios.
8 El que no ama no conoce a Dios, porque Dios
es amor.
9 En esto se manifestó el amor de Dios en
nosotros: en que Dios ha enviado a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos
por medio de El.
10 En esto consiste el amor: no en que
nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó a nosotros y envió a su
Hijo como propiciación por nuestros pecados.
11 Amados, si Dios así nos amó, también
nosotros debemos amarnos unos a otros.
12 A Dios
nadie le ha visto jamás. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros
y su amor se perfecciona en nosotros.
Muchas
personas simplemente no pueden creer que Dios los ame. Otras sí creen que Él
las ama, pero solo cuando lo agradan de alguna manera. ¿Por qué es tan difícil
para nosotros aceptar su amor incondicional?
Una razón
es porque nos resulta difícil amar a los demás sin condiciones. Podemos decir
las palabras "te amo" al cónyuge, a nuestros hijos, amigos,
compañeros de trabajo o hermanos en la fe, pero con demasiada frecuencia
calculando mentalmente si han estado o no a la altura de nuestras normas. A
veces nos excusamos de amar a ciertas personas porque su conducta nos molesta o
irrita. El hecho de que nosotros pongamos restricciones, o brindemos nuestro
favor, nos lleva a suponer, erróneamente, que el Señor hace lo mismo.
Otra razón
es la baja autoestima. Al sentirnos indignos, nos negamos a aceptar el amor de
Dios. ¿Sabe una cosa? Ninguno de nosotros es digno de la bondad y la
misericordia del Padre celestial; por tanto, puede deshacerse ya de esa excusa
de una vez por todas. No venimos a Él debido a nuestra valía, sino en su
gracia, y nuestra posición está segura en Cristo. Considerarse "por debajo
de su gracia", es pisotear su amoroso y generoso regalo. Dios dispuso una
asombrosa manera para que nos reconciliáramos con Él, y su mayor deseo es
relacionarse con cada uno de nosotros.
Si usted no
se siente amado, o si tiene problemas para aceptarse a sí mismo, pídale al
Espíritu Santo que le muestre la verdad del amor que el Padre celestial siente
por usted. Él puede hacer que esa verdad penetre profundamente su corazón y le
ayude a ver el verdadero valor que usted tiene.
Fuentes: En
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