"Haya,
pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo
en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino
que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los
hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Filipenses 2:5-8
Quiero ser
una sierva fiel y tener un corazón de siervo. Sin embargo, muy a menudo, la
carne gana, hago todo según mis propias esfuerzas y el corazón del siervo queda
dominado por el orgullo.
Recientemente
estuve en una situación en la que tenía que elegir tener ese corazón de siervo.
Una mujer que es una clienta frecuente, entró en la farmacia donde trabajo como
farmacéutica. No es una persona muy amable y tiene una actitud de superioridad.
De pronto
me di cuenta de que el Espíritu Santo iba a hacer algo en mi corazón. La mujer
se acercó a la ventanilla y empezó a dar órdenes: "Mande el fax a la
oficina del médico y dígales que vuelvan a surtir el medicamento. Empieza a
trabajar en esto y yo regresaré después de mi consulta con el médico". Ni
siquiera me dijo "por favor", ni "gracias". Sólo dio
órdenes.
Inmediatamente
yo me ericé y pensé: "¡No venga aquí a ordenarme, no soy su sirvienta!".
En seguida,
el Espíritu Santo me impactó con una ola de convicción que casi me bota de
espalda. Él me recordó Filipenses 2, que nos instruye cómo mantener el corazón
de un siervo. Pablo dice que debemos demostrar el mismo amor por los demás que
Dios nos demostró. Él nos exige hacer "todo sin egoísmo o vanidad; más
bien, que con humildad consideremos a los demás como superiores a nosotros
mismos...tomando la naturaleza de siervo.
-"Pero
Jesús", pensé, -"ella no merece ser considerada como mejor que yo.
Ella trata a otros tan mal". En ese momento recordé que yo no merecía lo
que Jesús hizo por mi, cuando Él se humilló a sí mismo y vino a la Tierra para
morir por mi en la cruz.
Oración
Señor,
quiero ser una persona con el corazón de siervo como Jesús. Gracias por estar
dispuesto a ayudarnos a servir a otros. Perdóname cuando me dejo vencer y no
muestro un corazón de siervo. En el nombre de Jesús. Amén.
Escrito por
Leah Adams. Escritora Invitada
Fuentes: CBN Latino
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