jueves, 30 de agosto de 2012

Fui parte de su diseño



Qué gran sensación saber que lo que Dios puso en nosotros (dones, talentos) fue con un propósito tan perfecto, que mucho de lo que ha ocurrido en nuestra vida, cuando haces una retrospección, confirma cuál es la línea que Dios quiere seguir con nosotros.

Al analizar tus experiencias de éxito, especialmente aquellas cuya realización disfrutaste, podrás darte cuenta para qué fue que naciste. Para qué fuiste diseñado por Dios. El hecho de que tengas éxito en determinadas áreas, y de que poseas dones específicos por medio de los cuales puedes sobresalir en dichas áreas, no es por mera casualidad.

Las dudas y preguntas que muchos jóvenes se hacen cuando llegan a la etapa en que deben decidir qué harán con sus vidas una vez culminen sus estudios de escuela superior, surgen precisamente porque no están claros en cuáles son sus dones y propios talentos, o peor aún, los conocen pero interponen otros intereses a seguir esa voz interior que les dice para qué es que son buenos.

No iré muy lejos. Expondré mi propio ejemplo de cómo funciona mucha gente. Muchos deciden su carrera por lo que la mayoría estudia, o porque piensan que en tal o cual carrera hay más dinero.

En mi caso, desde preadolescente pensaba, y estaba convencido, de que estudiaría una carrera en programación de computadoras. Avanzaron los años y en mi transición de nivel intermedio a escuela superior, pensé que podía aspirar a más y me propuse que estudiaría una carrera en ingeniería en computadora.

La realidad es que no tardé mucho en darme cuenta que aunque sí me gustaban las matemáticas, esto no era suficiente, pues una vez comencé a experimentar con la física todavía en escuela superior, y otras matemáticas más avanzadas como el precálculo, me convencí que esa carrera no era lo mío.

Para algunos quizás esa fue una muestra de derrota, de ser conformista o de rendirse. En cambio, en el transcurso del tiempo he recibido una confirmación tras otra de que lo que pareció un plan B cuando desistí de la ingeniería, en realidad siempre debió haber sido mi plan A. Tras 19 años en el periodismo, veo que las experiencias que tuve de niño en uno u otro modo me halaban como un imán hacia el campo de las comunicaciones.

 Del mismo modo, eso que a ti tanto te gusta, no deberías tomarlo como un mero plan B o un hobby, como pensé que sería en mi caso. Eso que tanto te gusta, que has hecho bien y que disfrutas haciéndolo, es porque Dios te hizo con un propósito en particular que se relaciona estrechamente a los talentos que te dio.

Él todo lo sabe y si puso esos talentos es porque sabe que puedes lograrlo. Hace unas semanas realizaba una asignación para una clase de coaching cristiano que me llevó a ese análisis retrospectivo, y es como si hubiera hecho el descubrimiento de un tesoro.

Empecé a escribir experiencias y no encontraba como parar. Y lo más brutal es que recuerdo experiencias de cuando era niño, de la adolescencia, en época de universidad y ahora de adulto, y llevan una secuencia de la que no me había dado cuenta. Los eventos aislados sí los recordaba, pero lo que me sorprendió haciendo el recuento, fue la secuencia perfecta que trazaron esos eventos, que antes pasaron como aislados en un momento dado. Sin embargo, apuntaban a un  blanco específico.

“... estando confiado de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”. (Filipenses 1:6).

Y lo mejor de todo es que aun cuando uno se dé cuenta que quizás no ha completado su meta, cuando cuenta con Él para que le ayude y le revele su voluntad,  se convence de que no es tarde si no que va de camino a esa meta.

Heb 13:21  expone lo siguiente: ... “os haga perfectos para toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo Él en vosotros lo que es agradable delante de Él por Jesucristo; al cual sea gloria para siempre jamás. Amén”.

He confirmado tantas veces lo que me dijo una persona entrevistada en una ocasión. Me señaló que lo que aprendió en su profesión por tantos años, fue de algún modo el centro de entrenamiento que Dios utilizó para llevarla a hacer cosas mayores en Él. Ahora me consta por experiencia propia que Dios quiere que seamos exitosos tanto en nuestra profesión y otras áreas de nuestra vida,  como en lo que respecta a la vida espiritual.

Por otro lado me doy cuenta de que el sentimiento de  frustración profunda que experimentan algunas personas sin poderse explicar por qué, se debe en gran medida a que gran parte de su vida han insistido en hacer aquello para lo que no fueron diseñados. Insisten en seguir modelos del mundo en lugar de seguir el diseño con el que Dios les creó.

Y así, por ejemplo, hay individuos que trajeron en su ADN las aptitudes para enseñar, o quizás son buenos como líderes, organizando a la gente para trabajar en grupo en el desarrollo de proyectos. Pero en vez de seguir esa ‘brújula’ interna de lo que les apasiona, optan por lo que les dicta la corriente: una carrera en medicina, en leyes, en ingeniería.

No hay nada de malo en esas profesiones. Pero ¿acaso todos nacimos para hacer lo mismo?
El dinero y el prestigio de estas carreras los enamora. Y en el proceso, traicionan su razón de ser. No se trata de que no tengan el talento para estudiar esas profesiones. Muchos lo han tenido y han cumplido graduándose con altos honores. Pero con el tiempo se sienten fracasados y frustrados porque no les llena. Ahí se dan cuenta que estudiaron tal o cual carrera por complacer a papi, a mami, o a los amigos... o a la sociedad.

Otros, como todavía recuerdo que ocurrió con el escándalo del desaparecido Tribunal Examinador de Médicos, hacen lo indecible con tal de lograr un objetivo. En este sonado caso que explotó en el 2007, múltiples médicos fueron arrestados por obtener ilegalmente mediante un esquema fraudulento, sus licencias para ejercer la medicina en Puerto Rico. Me pregunto si estos médicos que terminaron arrestados, tenían todas las vocaciones.

  ¿Cómo saber cuál es el diseño con que Dios te hizo?, Pues fíjate en aquellas cosas que haces bien y las disfrutas, sobre todo cuando se trata de servir y bendecir a otros.

“Encomienda a Jehová tus obras, y tus pensamientos serán afirmados (Proverbios 16:3);   Encomienda a Jehová tu camino, y confía en Él; y Él hará (Salmos 37:5); “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10).

Por Antolín Maldonado
Fuentes: El Nuevo Días de Puerto Rico

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