Nuestros
pensamientos nos meten en problemas más que ninguna otra cosa. Esto es porque
nuestros pensamientos son las raíces de cada palabra y hecho. En Isaías 55:8,
el Señor dice: “Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos
son los míos”.
No importa lo que usted o yo podamos pensar, Dios ha escrito sus
pensamientos para nosotros en su libro, la Biblia. Debemos elegir examinar
nuestros pensamientos a la luz de la Palabra de Dios, siempre dispuestos a
someter nuestros pensamientos a los suyos, sabiendo que los suyos son los
mejores.
Esto es
exactamente el punto señalado en 2 Corintios 10:4, 5. Por medio de cuidadosas
estrategias y astuto engaño, Satanás intenta establecer “fortalezas” en nuestra
mente. Una fortaleza es un área en la cual somos esclavos de una manera
equivocada de pensar. Examine lo que hay en su mente. Si no está de acuerdo con
los pensamientos de Dios (la Biblia), entonces deseche sus propios pensamientos
y en cambio piense los de Dios. Para hacer esto, debe conocer la Palabra de
Dios lo suficientemente bien para comparar sus pensamientos con lo que está en
la mente de Dios.
Las
personas que viven en la vanidad de su mente, no sólo se destruyen a sí mismas,
sino que muy a menudo acarrean destrucción a quienes los rodean. Aquellos que
viven por la verdad de Dios, por otro lado, son bendecidos, y traen bendición a
los demás. ¡La mente es el campo de batalla!
En el campo
de batalla de la mente, usted ganará o perderá la guerra que Satanás ha
declarado en su contra. Mi sincera oración es que deseche las ideas y todo lo
altanero y elevado que se exalta a sí mismo en contra del conocimiento de Dios,
llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Jesucristo para que pueda
vivir en victoria, gozo y paz.
--Tomado de
La Biblia de la vida diaria, de Joyce Meyer. Una publicación de Casa Creación. Usado
con permiso.
Fuentes: Vida Cristiana
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