El equipo
de un jugador de fútbol profesional estaba pasando por una mala racha,
derrotado una semana tras otra. Un periodista le preguntó cómo hacía para
seguir motivado para jugar bien y dar lo mejor de sí aunque su equipo perdía
casi todos los juegos.
Él
respondió: «Mi papá está viendo el partido. Mi mamá está viendo el partido.
¡Puedes
estar seguro de que voy a dar lo mejor de mí!». Reconocía que había más en
juego que el solo hecho de ganar o perder. Había gente mirando, y eso siempre
lo inducía a esforzarse al máximo.
Jesús nos
recordó esta verdad en los primeros textos de su Sermón del Monte. Debemos
vivir nuestra vida teniendo presente que aquellos que nos rodean están
observando lo que hacemos… y que este andar visible dice mucho acerca de
nuestro Dios.
El Señor
dijo: «Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras
buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (Mateo
5:16). ¿Cómo brilla la luz de nuestra vida?
Aplicando el corazón y el carácter
de Cristo a las situaciones que experimentamos cada día; mostrando compasión
hacia los marginados y abandonados, como Él lo hizo; teniendo presente el
nombre y la reputación del Padre celestial.
La gente
está observándonos. La pregunta es: ¿Qué ven?
Fuentes: Nuestro
Pan Diario
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