“En el hogar de mi Padre hay
muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a
prepararles un lugar”. Juan 14:2.
¿Alguna vez
pensaste en algo muchas veces, pero no lograste comprenderlo con exactitud? Eso
me pasa cuando pienso en la virtud asombrosa de la gracia de Dios.
Cuanto uno
más intenta comprenderlo, más parece salirse de nuestro razonamiento. Hasta que
finalmente, cuando menos lo esperas está ahí.
Un día
empecé a entender que la versión simple de la verdadera gracia, es la presencia
de Dios. Cuando nos humillamos ante Él, Él nos da la habilidad de hacer lo que
nos ha encomendado. Esa es la gracia.
Vivo en un
pueblo que se enorgullece por su trasfondo histórico. Me gusta pasear en mi
bicicleta en los caminos de piedra, entre las casas antiguas que existen. Una
de esas calles en particular se llama Calle de la Gracia. Me encanta quedarme
ahí y admirar la belleza y el detalle de las propiedades y sentir la
tranquilidad que siempre parece haber cuando lo visito.
Tengo una
gran sospecha que mi afición a esta calle es mi nueva comprensión de lo que es
la gracia y cómo esta me lleva a otro nivel de confianza en Dios.
Mientras
observo estas grandes casas antiguas e imagino las generaciones que han pasado
por aquí, recuerdo la promesa de Jesús de “preparar un lugar para nosotros”.
Me gustaría
hacerle una petición especial al Señor para que de ser posible, cuando
construya mi hogar, qué tenga la misma dirección que esa calle que me gusta
tanto. Me encantaría que mi nuevo hogar esté ubicado en algún lado, donde sea,
¡en la Calle de la Gracia!
Oración
Señor, no
sólo en la Eternidad, sino aquí también, mientras vivo, quiero sentir tu gracia
y caminar confiado en tu amor y tu piedad. En el nombre de Jesús. Amén.
Escrito por
Missey Butler.
Fuentes:
Club 700
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.