ABC-Familia
| No hay datos ni cifras oficiales, no obstante los psicólogos y psquiatras han
dado la voz de alarma porque a sus consultas llegan cada año más casos de
jóvenes con depresión. La crisis les ha dado también de lleno. Sus escasas, o
nulas, posibilidades de emanciparse de la familia les origina tal frustración
que caen en esa enfermedad. Y supone sólo la punta del iceberg, como advierte
José Ramón Pagés, coordinador nacional de la Fundación de Ayuda contra la
Depresión (Anaed).
Se conoce
el «peligrosísimo» aumento de casos de jóvenes que piden ayuda a los especialistas,
pero hay otras muchas situaciones que no ven la luz debido a que hay hogares
que no tienen los suficientes recursos económicos para acudir a un psicólogo y
otros que todavía muestran reparos para solicitar estos tratamientos. «Muchos
jóvenes de 14 a 29 años que están tirados en un sofá tienen depresión. Si
acuden a un psicólogo a tiempo pueden salir de ella», asegura Pagés.
Frustración
por el futuro
Las causas
son muy diversas. «Llegar a la edad adulta con una carrera y dos máster,
teniendo que haber dejado el piso compartido para regresar con los padres, sin
trabajo, sin poder formar una familia... Y con la única posibilidad de
marcharse a otro país como inmigrante... les genera una frustración terrible y
constante», explica Pagés. Además, los jóvenes no están libres de sufrir
también los efectos de los recortes o la falta de trabajo en una familia:
discusiones, tristeza, lloros, enfados...
Si bien la
crisis puede haber destapado este problema, hay más causas que explican por qué
la juventud española sufre ahora más depresiones. Las nuevas tecnologías son
también responsables. El bullying se extiende de «forma abrumante», dice Pagés,
por institutos y redes sociales. Sus secuelas es uno de los principales motivos
de que aparezca una depresión. Y también el uso de las redes está causando un
gran aislamiento entre los chicos. «Los jóvenes piensan que son “celebrities” en las redes, con 5.000 amigos, que todo es
felicidad y sus fotos son fantásticas. Internet es la mejor forma de estar solo
mientras uno se siente acompañado. Cuando el joven se da cuenta de que no tiene
a nadie, o a muy pocos amigos, le provoca una gran frustración», afirma Pagés.
Sin
embargo, que los jóvenes se emancipen más tarde ha tenido beneficios en las
personas mayores. Ahora, este colectivo se sienten más útil al cuidar y ayudar
a esos hijos que no se van de casa. «Los mayores se han dado cuenta que
empiezan a ser necesarios y a tener un valor. Por eso, sufren ahora menos
depresiones», asegura Pagés.
Síntomas
M. J. P-B.
MADRID
No dormir
bien.
Perder el
apetito o la apetencia sexual.
El
comportamiento se vuelve más agresivo sobre todo con los que más quiere.
Están muy
irritables.
Trastornos
de carácter. Tristeza.
No tiene
ganas de hacer nada.
Pérdida de
interés por cualquier cosa.
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