Leer: Marcos
12:28-34 | «Cuando el intelecto y las emociones chocan, el corazón suele
ser el más sabio», escribieron los autores de Una teoría general del amor.
También señalan que, en el pasado, la gente creía que la mente debía gobernar
el corazón, pero que ahora, la ciencia ha descubierto que la verdad es lo
opuesto: «Lo que somos y en lo que nos convertimos depende, en parte, del
objeto de nuestro amor».
Las
personas que conocen las Escrituras saben que esta es una antigua verdad y no
un descubrimiento reciente. El mandamiento más importante que Dios le dio a su
pueblo le otorga al corazón un lugar destacado: «Y amarás al Señor tu Dios de
todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas» (Deuteronomio
6:5). Solo a partir de los Evangelios de Marcos y de Lucas, vemos que Jesús
agregó la palabra mente (Marcos 12:30; Lucas 10:27). Así que, lo que los
científicos están descubriendo ahora, la Biblia ya lo enseñaba hace mucho.
Los que
seguimos a Cristo también comprendemos la importancia de quién es el objeto de
nuestro amor. Cuando obedecemos el mandamiento más importante y convertimos a
Dios en ese objeto, podemos estar seguros de que tenemos un propósito que
trasciende todo lo que podamos imaginar o lograr con nuestro esfuerzo. Si
deseamos que el Señor gobierne nuestro corazón, nuestra mente se mantendrá
enfocada en cómo servirlo, y nuestras acciones impulsarán su reino en la Tierra
y el cielo.
«Cuenta como perdido cada día que no hayas utilizado
para amar a Dios». —Hermano Lorenzo
Nuestro Pan Diario
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