BY RICK
WARREN — ¿Cómo vas a derrotar a los gigantes que te impiden ser el hombre que
Dios quiere que seas? ¿Cómo vas a derrotar los temores que te impiden ser la
mujer que Dios quiere que seas?
Si quieres
ser una persona de gran fe con un gran sueño y una gran obra en la vida, debes
hacer las mismas cosas que hizo David para derrotar los gigantes de la demora,
el desánimo, la desaprobación y la duda.
1- Recuerda
cómo Dios te ha ayudado en el pasado. David dice en 1 Samuel 17:37: “¡El mismo Señor
que me rescató de las garras del león y del oso me rescatará de este filisteo!”
(NTV) El recordar las formas en que Dios te ha ayudado en el pasado, te da
confianza para el futuro.
2- Usa las
herramientas que Dios te ha dado ahora. David utilizó las herramientas provistas por
Dios, que usaban sus fortalezas: “Después Saúl le dio a David su propia
armadura… —‘No puedo andar con todo esto —le dijo a Saúl—. No estoy
acostumbrado a usarlo.’ Así que David se lo quitó. Tomó cinco piedras lisas de
un arroyo y las metió en su bolsa de pastor (1 Samuel 17:38-40a). No esperes
por algo que no tienes: dinero, educación, conexiones. Usa las herramientas que
Dios ya te ha dado para enfrentar con confianza a tus gigantes.
3- Ignora a
los destructores de sueños. Más tarde en su vida, cuando otras personas hablaban contra él, David
tuvo que animarse a sí mismo en el Señor: “David ahora se encontraba en gran
peligro, porque todos sus hombres estaban muy resentidos por haber perdido a
sus hijos e hijas, y comenzaron a hablar acerca de apedrearlo. Pero David
encontró fuerzas en el Señor su Dios” (1 Samuel 30:6 NTV). El animarte a ti
mismo en el Señor no es sólo una actitud mental positiva. Hay una confianza
sólida como la roca en la gracia, la provisión, la seguridad y el poder de
Dios.
4- Espera que
Dios te ayude para su gloria. David sacudió el campo de batalla al gritar: “Tú vienes contra mí con
espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del Señor
Todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a los que has desafiado. Hoy
mismo el Señor te entregará en mis manos; y yo te mataré y te cortaré la
cabeza. Hoy mismo echaré los cadáveres del ejército filisteo a las aves del
cielo y a las fieras del campo, y todo el mundo sabrá que hay un Dios en
Israel” (1 Samuel 17:45-46 NVI).
Tomé esta
decisión cuando era un hombre joven. Una noche, en las montañas del norte de
California, me arrodillé y dije: “Dios, no soy el más inteligente, ni el más
educado, ni el más talentoso. Pero voy a confiar en ti. Y en fe haré todo,
siempre y en cualquier lugar, aun cuando no tenga sentido para mí”. ¡Y qué aventura
ha sido mi vida!
Cada
semana, me pongo en pie y hablo a una multitud que es cinco veces más numerosa
que toda la población del pueblo donde crecí. Soy un chico de campo — con una
honda.
Dios va a
usar a quienquiera que confíe en él y espera ser usado por él, no por quién tú
eres, sino para su gloria.
Reflexiona
sobre esto:
¿Cuáles son
los “gigantes” que se interponen entre tú y tu sueño?
Piensa en
las herramientas que Dios te ha dado para cumplir tu tarea. ¿Las estás usando
en toda su capacidad?
¿Cómo
quieres ser usado por Dios? ¿Esperas que él lo haga?
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