¿Puede un
hermano en la fe, divorciarse y volverse a casar? ¿Si se divorcia y se casa,
puede ser tenido en cuenta para el servicio en la iglesia?
Muy bien,
empecemos en el nombre del Señor, diciendo primeramente que la intención
original entre el hombre y la mujer fue de que: Se casaran, vivieran juntos en
matrimonio, fueran una sola carne, y que
lo que Dios juntó no debe separarlo el hombre (Génesis 2.20-24; Mateo 19.4-6) .
Esta
intención original, después de casi seis mil años de instituida al principio,
todavía está vigente tanto para el mundo, como para nosotros los que creemos y
honramos la palabra del Señor, pues nada ni nadie tiene el poder o el derecho
de cambiar o anular lo que Dios ha creado o establecido en su Palabra Santa.
La
intención original del Creador del hombre y de la mujer, como también de la
institución santa del matrimonio, es que vivieran juntos y no se separaran
nunca. No nos casamos para "separarnos", NO NOS CASAMOS PARA "DIVORCIARNOS", sino para
vivir juntos hasta que la muerte de uno de los cónyuges sea la que termine esa
unión conyugal, original.
La razón
por la cual, siglos más tarde, los hombres comenzaron a pensar en la
"separación" y el "divorcio", fue por causa de la dureza de
sus corazones (Deuteronomio 24.1-4; Mateo 19.3,7,8). Es decir, por causa de sus
corazones endurecidos por el pecado y la desobediencia contra Dios, Moisés
"...permitió..." (No ordenó), que se divorciaran de sus esposas,
según dice el texto, fue una decisión basada en la tolerancia.
En segundo
lugar, debemos hacer diferencia entre el divorcio SEGÚN EL MUNDO, y el
divorcio, SEGÚN LAS SAGRADAS ESCRITURAS.
Las
personas en el mundo SE DIVORCIAN POR CUALQUIER COSA, sin tener en cuenta al
Señor Jesucristo y su Palabra, tales como el mal carácter de uno de los
cónyuges, problemas con la familia de uno de los cónyuges, odio contra la
suegra, machismo del esposo, feminismo de la esposa, problemas profesionales,
porque alguno de los dos ronca, etc. Incluso, mucho tiempo antes de que falle el
"divorcio" a favor de ellos, ya están viviendo con otro hombre o con otra mujer, y aún después
de que obtienen el divorcio están listos para "casarse" de nuevo con
el "novio" o la "novia" que ya han escogido previamente, o
después de su fracaso matrimonial. Algunos viven de "divorcio" en "divorcio",
sin encontrar la verdadera solución para sus problemas que dieron motivo al
rompimiento de su matrimonio original.
Precisamente
en Colombia, han aprobado el divorcio EN UNA HORA y cuesta menos de $ 50
dólares conseguirlo ¡Cómo se ha degradado el valor y la santificación del
matrimonio en el mundo! ¡Qué horror! Aquí en los Estados Unidos y otros países
como Suiza, Australia, Francia, Alemania, España, Italia, etc., el divorcio es
tan "normal", que lo "anormal" es hablar en contra de él.
Esa manera
de vivir es típica del mundo "sin Dios y sin ley", ajenos de la vida
de Dios, por la ignorancia que hay en ellos. Pero nosotros, los creyentes
lavados con la sangre del señor Jesucristo, que hemos obedecido los Hechos
2.38, no debemos vivir de esa manera mundana y carnal.
Esta práctica de "divorcios" en serie
(en el mundo), en una pareja que había sido casada legítimamente, lo que logra
es hacer cometer ADULTERIO tras ADULTERIO en ellos mismos, y en el
hombre o la mujer que se "casan" con esos
"divorciados". Las Sagradas Escrituras dicen al respecto:
"...Cualquiera que repudiare (o divorciare) a su mujer; y se casare con
otra, COMETE ADULTERIO contra ella (su legítima esposa, la original). Y si la
mujer repudiare a su marido y se casare con otro COMETE ADULTERIO..."
(Marcos 10.11,12) .
Las
Escrituras de Romanos 7.2 y 3, son apropiadas para referirnos a estos casos de
cónyuges casados legítimamente, creyentes o no creyentes:
"...Porque
la mujer que está sujeta A MARIDO, mientras el marido vive está obligada a la
ley [es decir a la ley matrimonial]; más muerto el marido, libre es de la ley
del marido. Así que, viviendo el marido, se llamará adúltera si fuere de otro
varón; más si su marido muriere, es libre de la ley; de tal manera que no será
"adultera" si fuere de otro marido...", [lo contrario también es
verdad].
Ahora bien,
los creyentes que formamos la iglesia del Señor Jesucristo en esta tierra,
SOLAMENTE TENEMOS UNA CAUSA (motivo o razón) PARA RECURRIR AL DIVORCIO y es la
que se encuentra estipulada claramente en Mateo 5.32 y Mateo 19.9, "...por
causa de FORNICACIÓN; es decir, por el acto de adulterar la relación
matrimonial original, por infidelidad conyugal. Sí, LA FORNICACIÓN, es la única
causal bíblica para ANULAR DELANTE DEL
SEÑOR y DE LOS HOMBRES el matrimonio original entre creyentes.
Si un
creyente o una creyente, no hace caso de esta advertencia del Señor Jesucristo
y se divorcia de su esposo o de su esposa por cualquier motivo
"frívolo", entonces lo que está haciendo es no solo causando
ADULTERIO en sus propias vidas, sino también causando que el hombre o la mujer que se case con el
creyente "divorciado" o "divorciada", cometan ADULTERIO,
(Mateo 5.32; Mateo 19.9, Marcos 10.11-12).
El hecho de
que uno de los cónyuges cristianos haya caído en el pecado del adulterio y por las Escrituras el cónyuge
inocente tenga la legítima razón para DIVORCIAR a su esposo o a su esposa, no
significa que inmediata o necesariamente deba "saltar" a hacer uso
del DIVORCIO que le confiere la Palabra del Señor, pues también se debe dar
lugar a otras dos opciones bíblicas: (1) El perdón legítimo y recíproco entre
los cónyuges afectados por el pecado de infidelidad, y continuar con su
matrimonio original, y (2) La separación
temporal entre los cónyuges afectados por el pecado de infidelidad, para crear la ocasión propicia
para el perdón o la separación
definitiva.
Si estas
dos alternativas bíblicas no funcionan, entonces se debe proceder al uso del
DIVORCIO BÍBLICO, antes de realizar un nuevo casamiento, que sería válido
delante del Señor, por cuanto el primero fue anulado por el pecado sexual de
uno de los cónyuges.
Es
discutible que si solo la parte "inocente" es la que debe casarse, ya
que ambos realmente quedan completamente "libres" para hacer con sus
vidas lo que quieran, excepto que uno es inocente y el otro carga con la
culpabilidad toda su vida de haber adulterado la unión matrimonial original (a
menos que se arrepienta de corazón).
También, no
sabemos de dónde ha salido la idea equivocada y anti-bíblica, de que el pecado
del adulterio en cónyuges legítimamente casados ES IMPERDONABLE. La Biblia no
dice tal cosa, menos que los creyentes que por desdicha hayan caído en
semejante estado de postración conyugal y espiritual, tengan que vivir
"errantes" y con una "manchita" para toda su vida (marcados
como Caín), por el fracaso de uno de los cónyuges. Pecados como el de la mentira, la agorería, la hechicería,
la embriaguez, la idolatría en cualquiera de sus formas, las iras, las
contiendas y las divisiones, son causales legítimas y bíblicas para estar
excluidos del reino del reino de Dios, tanto como el mismo adulterio y la
fornicación matrimonial.
Las
Sagradas Escrituras dicen claramente que; "...TODO PECADO y BLASFEMIA será
PERDONADO a los hombres: más la blasfemia CONTRA EL ESPÍRITU SANTO no será
perdonada a los hombres...ni en este siglo, ni en el venidero..." (Mateo
12. 31,32). Marcos 10.28 y 29, es todavía más explícito: "...no tiene
JAMÁS PERDÓN y está expuesto a ETERNO JUICIO..."
Entonces el
pecado del adulterio, así como la fornicación, la homosexualidad, la
lesbianidad y todos esos pecados de carácter moral o de impureza sexual, TODOS
SIN EXCEPCIÓN, tienen PERDÓN LEGÍTIMO, ESCRITURAL y DEFINITIVO según las Sagradas Escrituras, y no debemos
estar "sacándoles" a estas personas, el pecado pasado a cada momento
de sus vidas, si este pecado ha sido perdonado por el Señor y cubierto por su
sangre preciosa en forma definitiva.
Es Pablo
por el Espíritu Santo, quien escribe ciertas regulaciones a los creyentes de la
iglesia del Señor en Corinto, "...llamados santos, y a todos los que
invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo EN CUALQUIER LUGAR, Señor de
ellos y nuestro..." (1a Corintios 1.2), con el fin de que presten atención
a varias circunstancias que conciernen al matrimonio: (1) Recomienda al
matrimonio legítimo, como "antídoto" contra las fornicaciones (1a
Corintios 7.2), (2) Advierte a la mujer cristiana que no se separe -en forma
definitiva- de su esposo, con la debida recomendación de que NO SE VUELVA A
CASAR, (1a Corintios 7.10,11), y (3) Que el marido (creyente) no despida a su
mujer (1a Corintios 7.10).
En cuanto a
los que se habían casado sin conocer al Señor y más tarde uno de los cónyuges
cree en el evangelio y lo obedece, cambiando su estado matrimonial original en
uno "mixto" (uno creyente, el otro inconverso), les aconseja
diciendo:
__ Si algún hermano tiene mujer infiel (inconversa),
y ella consiente en habitar con él, NO LA DESPIDA.(1a Corintios 7.12,14,16),
__ y la
mujer (creyente) que tienen marido infiel (inconverso), él consiente en habitar
con ella NO LO DEJE (1a Corintios 7.13,14,16),
__ pero si
el infiel se aparta, APÁRTESE: que no es el hermano o la hermana SUJETOS A SERVIDUMBRE en semejante caso, antes a paz
nos llamó Dios, (1a Corintios 7.16).
Parece que
la amonestación anterior es una separación "temporal", como para dar
lugar a la meditación y reconsideración personal en ambos cónyuges, no solo de
preservar el matrimonio original, sino también la de que el cónyuge inconverso
llegue al conocimiento de la verdad y sea salvo.
Otra
recomendación es:
__ ¿estás
ligado a mujer? , no procures SOLTARTE (1a Corintios 7.27 a),
__ si tomas
mujer (en casamiento) NO PECAS (1a Corintios 7.28),
__ la mujer
casada está atada a la ley [matrimonial]
mientras vive su marido; más si su
marido muriere, libre es: cásese con quien quisiere, CON TAL QUE SEA EN
EL SEÑOR (1a Corintios 7.39).
Por último,
tenemos que decir que las Sagradas Escrituras no respaldan el casamiento entre
un creyente y un inconverso. La amonestación apostólica de 2a Corintios
6.14-18, debe aplicarse también en estos casos:
"...No
os juntéis en yugo con los infieles...", casarse en esa condición es crear
un "yugo desigual" que dirigirá el matrimonio en dos direcciones
opuestas.
Tampoco,
las Sagradas Escrituras respaldan el divorciarse de uno de los cónyuges, y
luego por muchas razones "aparentemente" válidas, re-casarse con el
cónyuge que se había repudiado o divorciado. "...No podrá su primer
marido, que la despidió, volverla a tomar para que sea su mujer..."
(Deuteronomio 24.3,4) (Ver también Jeremías 3.1).
Después de
esta explicación sobre el matrimonio y el divorcio, debemos entonces recordar
la primera pregunta formulada al principio:
¿Puede un
hermano en la fe, divorciarse y volverse a casar?
La
respuesta depende de las razones por las cuales el hermano o la hermana quieren
"divorciarse". Si es por causa del pecado de fornicación de uno de
ellos, sí, sí puede, bíblicamente hablando; pero antes les recomendaríamos las otras dos opciones
bíblicas de las que pueden echar mano también en tales casos, tales como la de
la separación temporal y la del perdón al final, con el fin de salvar al
matrimonio original.
Pero si la
razón por la que se quieren divorciar, es porque ya se "cansaron" de
vivir juntos, porque ya no se quieren, porque pelean mucho, porque alguno ronca
demasiado, etc., entonces la intención de divorciarse es completamente
anti-bíblica. Lo que necesitan no es el divorcio, sino consejería matrimonial, si
es posible impartida por profesionales cristianos con el fin de tratar con
ambos cónyuges y salvar la unión y la santidad matrimonial establecida por el
Señor desde el principio de la raza humana.
En cuanto a
la segunda pregunta:
¿Si se
divorcia y se casa, puede ser tenido en cuenta para el servicio en la iglesia?
Si se
divorcia legítimamente por la causa que las Escrituras permiten que puede
efectuarse un divorcio entre creyentes, lo primero que debe hacer no es buscar
SER ACEPTADO COMO ministro, pastor, asistente de pastor, evangelista, etc., o
AYUDAR EN EL SERVICIO DE LA IGLESIA LOCAL en cualquiera de sus posiciones como
tesorero, diácono, miembro de la junta local, etc., sino que primero debe
dejarle saber al pastor de la iglesia y a su congregación que TODAS SUS
OBLIGACIONES MORALES y FINANCIERAS u OBLIGACIONES LEGALES, tales como la
custodia de los hijos menores habidos en el matrimonio previo, pago de
servicios jurídicos, etc., están siendo cumplidas cabalmente como la ley de
Dios y de los hombres lo exige, a fin de que no traiga REPROCHE a su testimonio
personal, a su nueva relación matrimonial y a la nueva relación que comienza
con el resto de la congregación conocedores de esos hechos.
Lo segundo
que debe hacer, es asistir normal y fielmente con su nueva esposa o esposo a
los servicios semanales y dominicales, a fin de que participen de las
actividades sociales de la congregación y sean bendecidos también por la
participación de los cultos y toda actividad espiritual a favor de sus almas.
Lo tercero
es, esperar que mediante la asistencia fiel a los servicios y el buen
testimonio en la nueva relación, promueva una sana relación con la congregación
local en general, creando al paso del tiempo una reintegración normal, o
digamos mejor una aceptación general de su membrecía en la misma.
Lo cuarto
es, su deber como TESTIGO DE CRISTO, según los Hechos 1.8, no desaparece. Debe
continuar adelante como toda persona nacida de nuevo, "de agua y del
Espíritu"; no solo testificando a nivel personal con sus familiares, amigos
y vecinos, sino también participando de los programas de evangelización y
estudios bíblicos de la iglesia local, ganando almas para el Señor y su reino,
como es la responsabilidad o deber de todos los que hemos sido salvos y
perdonados.
Finalmente y
Escrituralmente hablando, no existe un solo ejemplo bíblico de un creyente que
habiendo sido divorciado legalmente, fuera admitido más tarde como apóstol,
evangelista, profeta, maestro, diácono, diaconisa, etc. Las mismas Escrituras
dicen que:
"...si
alguno apetece (o desea) OBISPADO, buena obra desea...", pero,
"...CONVIENE, pues, que el obispo sea IRREPRENSIBLE... marido de una
mujer..." (1a Timoteo 3.1-5).
La palabra " irreprensible" significa: INTACHABLE
e IRREPROCHABLE
INTACHABLE
e IRREPRENSIBLE, significa que tal creyente que ejerce la alta posición de
ministro del evangelio como pastor, misionero o evangelista, no debe tener
tacha o reproche personal alguno; también significa que no debe tener defecto o
descrédito alguno en su vida personal. Cierto es que con un problema de
divorcio, por más legítimo que sea, no deja de ser motivo de murmuración
permanente entre los creyentes (fieles o no fieles), obstaculizando en una
manera el desempeño como ministro de tal persona. Esa es la razón por la cual creo
que no se deben ordenar creyentes divorciados al ministerio del pastorado.
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El Único Dios
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