2 Corintios12: 14 -21 | Antes de
viajar, mi esposo y yo vamos al banco y cambiamos nuestros dólares
norteamericanos por la moneda del país que vamos a visitar. Lo hacemos para
poder cubrir los gastos mientras estamos fuera de casa.
Cuando
aceptamos a Cristo, se produce otra clase de cambio. Nuestra vida es como una
moneda que convertimos de un tipo a otro. Cambiamos nuestra vieja vida por una
nueva, para poder empezar a «gastar» en un reino diferente. En vez de
«consumir» nuestro ser en causas terrenales, podemos empezar a invertir en la
causa de Cristo.
El apóstol
Pablo es un buen ejemplo de esta diferencia. Después de su dramática conversión
en el camino a Damasco (Hechos 9), empezó a gastar su vida de una manera
completamente distinta. En lugar de perseguir a los creyentes para apresarlos y
matarlos, comenzó a seguir a los incrédulos para que se convirtieran.
Después,
pasó el resto de su vida dedicado al bienestar de ellos. Le escribió a la
iglesia de Corinto: «Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me
gastaré del todo por amor de vuestras almas…» (2 Corintios 12:15). Todo lo que
hacía era para la edificación de sus hijos espirituales (vv. 14, 19).
Convertirse
es mucho más que alterar nuestro destino final; es cambiar la forma de invertir
cada día de nuestra vida.
La
conversión lleva solo un instante; la transformación, toda la vida.
Fuentes:
Nuestro Pan diario
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.