(RDP) En el
palacio real de Teherán, en Irán, puede verse uno de los más hermoso trabajos
en mosaico del mundo. Los techos y
paredes resplandecen como diamantes en reflejos multifacéticos.
Originalmente,
cuando fue diseñado, el arquitecto hizo colocar grandes paneles de espejos en
las paredes. Cuando llegó el primer
embarque desde París, encontraron horrorizados que los espejos estaban
rotos. El contratista los tiró a la
basura y le llevó las tristes nuevas al arquitecto. De forma sorprendente, el arquitecto ordenó
que se recogiesen todos los trozos rotos, los rompió en pequeños pedazos y los
pegó en las paredes para convertirlas en un mosaico de plateados, brillantes,
espejados trozos de vidrio.
¡Quebrarse
para embellecerse! Es posible convertir
sus cicatrices en estrellas. Es posible
mejorar a causa del quebranto. Es
extremadamente raro encontrar en los grandes museos del mundo objetos antiguos
que no estén rotos. En realidad, algunas
de las piezas más preciadas del mundo son sólo fragmentos que permanecen como
un sagrado recuerdo de un glorioso pasado.
Nunca
debemos subestimar el poder de Dios para reparar y restaurar.
Salmos 147:
3
Él sana a
los de roto corazón, y venda sus heridas.
Fuente: Aguas Refrescantes, Editorial UNILIT
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