“¡Lávame
más y más de mi maldad y límpiame de mi pecado!”(Salmo 51:2).
Jesús dijo
al leproso: “Sé limpio”. En esas palabras hay fuerza y poder. Tienen autoridad
y energía. Cristo sana nuestras almas con esas mismas palabras: “Sé limpio”.
Dicho de otro modo: “Desea ser limpio”.
¿Quiere ser
limpio? Si el Salvador nos dice: Sea”, nos está diciendo que quiere que seamos
limpiados. El pecado y la enfermedad no pueden existir en presencia del
Salvador si su voluntad es que seamos sanados. Ninguno de los que realmente
quieran ser purificados quedará impuro.
Tan pronto
como las palabras salieron de boca de Jesús la lepra del hombre desapareció. La
naturaleza trabaja poco a poco, pero el Dios de la naturaleza obra
inmediatamente. Él habla y se hace. Ordena y existe (ver Sal. 33:9).
Después de
que el hombre fuera sanado, Jesús le dio una orden: “No le digas a nadie hasta
que te hayas presentado ante el sacerdote y él dictamine que estás limpio; y
así tendrás una prueba legal de que eras un leproso, pero que ahora estás
totalmente curado” (ver Mat. 8:4; Lev. 14:2).
Jesús le
dio esas instrucciones para proteger al hombre recién sanado. Lo que quiso
decir fue: “No se lo digas a nadie hasta que te hayas presentado ante el
sacerdote. Haz que certifique públicamente que ya no tienes lepra, porque si se
entera de que yo te sané, quizá por despecho, rechace darte el certificado de
curación y entonces tú tendrías que volver a vivir con otros leprosos”.
Cristo tuvo
la precaución de observar la ley para que no se lo acusara de transgredirla y
mostrar que estaba a favor de hacer las cosas de manera ordenada y respetando a
las autoridades.
Jesús
también le dijo al hombre que presentara la ofrenda que ordenó Moisés como
agradecimiento a Dios y en contrapartida por los servicios del sacerdote. Jesús
mostró respeto, humildad y consideración. Nuestro Salvador cuida hasta el más
mínimo detalle.
¿Cree usted
que al leproso curado le resultó difícil dar una ofrenda de acción de gracias?
¿Se quejaría porque necesitaba todo cuanto tenía para reabrir el negocio?
¿Piensa que dio una moneda cualquiera sacada de su bolsillo?
Fuentes:
Reflexiones Cristianas
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