viernes, 25 de mayo de 2012

Los amigos de mis hijos



No siempre los hijos y las hijas seleccionan amigos que satisfacen las preferencias y los deseos de sus padres.  En algunas ocasiones pueden establecer, incluso, relaciones de amistad con vecinos y compañeros, a partir de identificaciones  y coincidencias muy  transitorias.

 Sin embargo, en la adolescencia se incrementan las posibilidades de que los hijos se acerquen a compañeros o amigos muy diferentes a ellos mismos en cuanto a intereses y actitudes, lo cual provoca que los padres establezcan criterios divergentes en relación a estas amistades, que los pueden confrontar directamente con sus hijos.

  
La frase “no me gustan los amigos que tienen mis hijos” se escucha con mucha frecuencia  y, a partir de esta posición, se inician confrontaciones que llevan muchas veces a distanciar la relación entre padres e hijos.

 El problema mayor se presenta cuando los padres y madres esperan que su opinión acerca de los amigos de sus hijos, sea la que debe prevalecer, ya que, generalmente, los hijos, a partir de sus propios criterios, no están dispuestos a dejar dichas amistades.

  Estas dos posturas pueden generar mucho malestar en el seno de la familia, porque ambas parten de lo que, a su juicio,  consideran debe privar en cuanto a la escogencia de los amigos.

 Un primer aspecto que se debe considerar radica en que, si bien es cierto los padres y las madres deben dar a conocer a sus hijos sus posiciones en relación con sus amigos, no se considera conveniente que traten de imponer su criterio, argumentando que no les gusta esas amistades.  Lo más conveniente es expresar su opinión procurando convencer y no imponer, aunque los hijos suelen ser poco objetivos en relación con sus propios amigos.  En este sentido, los padres estarán en mejor posición cuando han desarrollado durante mucho tiempo una relación cercana y saludable con sus hijos, ya que así éstos estarán más anuentes a escuchar y seguir las recomendaciones de sus padres.

 El segundo aspecto a tomar en cuenta es que los padres y las madres deben realizar un esfuerzo por conocer más de cerca a los amigos de sus hijos, antes de asumir un criterio.  Los padres deben ver más allá de las apariencias y el lenguaje que a veces utilizan.  El acercarse a los amigos de los hijos permite conocer de qué hogares provienen, cuáles son sus intereses y en qué ocupan su tiempo.  De esta manera se puede establecer con ellos vínculos suficientes que les permitan a los padres acompañar a sus hijos  en esa relación de amistad.

 Finalmente, el tercer aspecto a considerar  es que los padres deben tener claro que no siempre les van a gustar todos los amigos de sus hijos. Lo importante es conocer las razones por las que sus hijos hicieron esa escogencia y que, a su vez, los padres les comenten sus puntos de vista acerca de esas relaciones. Al fin y al cabo la tarea de los padres es enseñar  a los hijos a tomar decisiones correctas en todos los aspectos importantes de la vida, incluyendo las amistades.  Cuando los hijos están pequeños es más probable influenciar la selección de sus amigos, pero cuando los hijos son adolescentes, esa influencia debe ser establecida en un marco de tolerancia y respeto.

 Obviamente, cuando existan razones suficientes que lleven a los padres a concluir que un amigo o amiga pueda significar un riesgo para el bienestar de su hijo o hija, es recomendable una actitud determinante y firme, seguida de una argumentación razonada de los motivos por los cuales consideran peligrosa dicha amistad.  De esta manera, aunque al principio los hijos pueden no entender la posición de sus padres, con el tiempo, entenderán que sus padres actuaron correctamente.

Fuentes: Enfoque a la Familia

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