Si el Señor
no construye la casa, de nada sirve que trabajen los constructores; si el Señor
no protege la ciudad, de nada sirve que vigilen los centinelas. Salmos 127:1
(Dios Habla Hoy)
Hace algunos
días estuve intentando hacer una tarea sobre mi clase de guitarra, pero
mientras trataba una y otra vez de tocar un circulo de notas en secuencia pude
darme cuenta de algo, tenía un problema
que no había notado, había estado aprendiendo todo en teoría y sabia las
posiciones de cada nota, pero no había aprendido a afinar el instrumento, y eso
tal vez fue porque no le di mucha importancia darme cuenta de eso me llevo a la
conclusión de que por más que supiera cómo se toca cada una de sus notas, o
cuanta habilidad hubiera en mis dedos para cambiar de una posición a otra, de
nada me serviría si no aprendía a escuchar
con atención para poder afinarla.
Estuve
pasando por alto lo más importante, desarrollé mi destreza y mi habilidad pero
no le daba atención a lo principal, lo que hace que realmente un instrumento se
escuche bien es la afinación, y es que por más que intentes, un instrumento
desafinado nunca podrá dar las notas correctas, y eso me hizo reflexionar en la
vida espiritual que llevamos, ¿verdaderamente esta afinado nuestro corazón con
la voz de Dios? ¿Cuantos detalles a veces pasamos por alto pensando que no son
importantes?
Sin darnos
cuenta podemos hacer de nuestra vida espiritual esa guitarra desafinada que
alguien toca pero que no logra dar las notas correctas, y es que conocimiento y
habilidad todos tenemos y si nos falta no batallamos en desarrollarlo con el
tiempo, pero ¿cuantos nos preocupamos por estar alineados a lo que Dios quiere
hacer, a lo que su voz nos dice que hagamos? Podemos estar pasando por alto las
indicaciones o la voluntad de Dios por estar preocupados por mostrar nuestro
conocimiento o nuestra habilidad en algún ministerio.
Creo que a
veces comenzamos a hacer las cosas al revés y después nos preguntamos por qué
no funcionan como deberían, porque es que no vemos los resultados, o por qué de
pronto vimos que terminó esa labor que un día con entusiasmo comenzamos, es que
en realidad nos olvidamos de lo principal
“saber escuchar a Dios, que nos dice, que desea y como es que quiere que
lo hagamos” es únicamente estando afinados con Dios que podemos estar seguros
de estar haciendo lo correcto.
La oración
es el medio que afina nuestra vida con la voz de Dios, los momentos de comunión
con Él son los que nos preparan para estar atentos a lo que quiere decirnos,
cuando comienzas a carecer de esos momentos tu espíritu se empobrece, mengua,
se desafina y dejas de ser ese instrumento útil que da notas de adoración a su
Creador.
Cuando Dios
te eligió para ser un instrumento de bendición no vio todo tu conocimiento, ni
tus habilidades, el vio un corazón que tal vez le faltaba mucho por
desarrollar, pero que sin duda podía ser útil si se permitía ser afinado a las
notas de Su voz, créeme, Dios no buscaba
la perfección en ti, Él siempre está en busca obediencia y disposición,
disposición a escuchar su voz, y obediencia para hacer lo que nos dice.
No pienses
que es suficiente una buena voz, la simpatía, la inteligencia o la cantidad de
instrumentos que tocas, si no sabemos escuchar la voz de Dios no nos servirá de
mucho, seremos como una hermosa guitarra desafinada, que por más que se
esfuerce jamás sus notas serán las indicadas.
Naciste para
volar, para triunfar, para vivir por encima de cualquier situación, pero nunca
olvides lo más importante “por Quien estas donde estas”.
Autora: Maite Leija
Escrito para:
www.devocionaldiario.com
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