“En el
mundo encontrareis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” Juan 16:33
Poco
después de separarse de Jesús, mientras trataban de llegar a la otra orilla del
Mar de Galilea, una tormenta sorprendió a los discípulos en medio del mar, de
manera que los fuertes vientos y las olas azotaban la barca, amenazando con
hundirla. Remaban y remaban y la barca no avanzaba, más bien retrocedía, porque
el viento era muy fuerte. Las fuerzas ya les faltaban, y a pesar de la
experiencia de algunos de ellos como pescadores conocedores del mar, la situación
no mejoraba sino más bien empeoraba cada minuto que pasaba.
Los
discípulos habían estado con Jesús hasta hacía apenas unas horas… lo habían
visto hacer muchos milagros, y allí estaban ahora, en medio de aquella prueba,
tratando de resolverla con sus propias fuerzas sin acordarse que cerca de ellos
estaba aquel que podría resolverles el problema. Y dice la Biblia que Jesús se
acercó a ellos caminando sobre el mar y les dijo: “¡Tened ánimo; yo soy, no
temáis!” En otras palabras, “No tengan miedo, anímense, soy yo, confíen en mí.”
Y cuando Jesús subió a la barca, el viento se calmó, y hubo paz.
Poco tiempo
antes, Jesús había advertido a sus discípulos: “En el mundo encontrareis
aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33).
¡Cuántas
veces de repente ha llegado a nuestras vidas una tormenta! Todo está marchando
más o menos bien, hay buena salud, tenemos un buen trabajo, en el matrimonio
felices y contentos, a nuestros hijos les va bien, en fin ¡hay un cielo claro,
y navegamos en un mar sereno y tranquilo como un plato! ¡Y nos sentimos tan
felices!
De momento
la terrible e inesperada noticia. Negros nubarrones aparecen de repente y el
cielo claro comienza a oscurecerse, empieza a soplar un viento contrario, y
aquel mar sereno comienza a agitarse. Y en medio de la oscuridad podemos
escuchar los truenos y ver como los rayos caen alrededor de nosotros. ¡Y en un
abrir y cerrar de ojos nos encontramos en medio de una tormenta que pretende
hundirnos en la desesperación! ¿Qué hacer? Rápidamente comenzamos a remar,
tenemos que llegar a la otra orilla lo más pronto posible. ¡Hay que resolver
esta situación! Y remamos… y remamos… Utilizamos todas nuestras fuerzas,
nuestra inteligencia, nuestra experiencia; acudimos al médico, o al abogado o
al experto correspondiente, pero nada funciona. Sentimos que nos estamos hundiendo,
¡Y no sabemos qué hacer!
Ciertamente
en algún momento de nuestras vidas, más tarde o más temprano, vamos a encontrar
aflicción, el sufrimiento va a llegar a nosotros, una tormenta emocional o
espiritual se va a presentar. Pero en todos los casos hay una respuesta, una
actitud, sólo una: Confiar en Dios, buscarle de corazón, echarnos en sus brazos
en medio del dolor y el sufrimiento, y de una manera milagrosa e inexplicable
él nos dará la paz que tanto necesitamos, esa paz que la Biblia dice “sobrepasa
todo entendimiento” (Filipenses 4:7), y en El encontraremos la solución al
problema.
Oracion:
Bendito Dios, ayúdame siempre a recordar quién eres Tú, aunque me encuentre en
medio de difíciles circunstancias. Aún cuando parezca que toda esperanza se ha
perdido y que no hay solución posible, dame fuerzas y aumenta mi fe para
confiar en Ti, sabiendo que por difícil que mi situación sea, Tú eres poderoso
para cambiar las circunstancias en un momento. En el nombre de Jesús, Amén
Por:
Ritchie Pugliese
Fuentes: El Versículo del Día
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