La fe no acepta el problema como
resultado final. Podemos decir: “reconozco que estoy mal, que mi matrimonio
está en crisis, que tengo pruebas, pero no lo acepto. Acepto como autoridad
final lo que Dios me dijo y eso es lo que sucederá en mi vida. Lo digo y lo
creo”. Algunos lo dicen pero no lo creen, y otros lo creen pero no lo dicen.
Dios
trabajará en tu declaración de fe y te levantará a un nuevo nivel. Muchas veces pensamos negativamente porque ya lo hemos incorporado
desde nuestra infancia, porque ese era el lenguaje utilizado por nuestros
padres y abuelos. Aquel que piensa en negativo vive una depresión crónica. Al
principio dice: “Soy melancólico, es mi temperamento”, pero no se da cuenta de
que ya esos dichos y esa forma de relacionarse se convirtieron en una
costumbre.
“Con el tiempo se me va a ir”, pero
el tiempo no cura las heridas sino que las anestesia y por ende las personas
viven en una frustración constante.
Dios
te llamó para vivir de Gloria en Gloria y de Poder en Poder. Las personas dicen: “Me va a ir mal”, “no lo voy a lograr”, “¡ojo! te
van a hacer algo malo”, “te traicionarán”, “cuidado con quién te juntás”.
Y no se dan cuenta de que pensando de
esta manera no disfrutan de nada y sólo generan una permanente sensación de
vacío y tristeza. Necesitamos saber que la negatividad es una lucha interior en
contra de la felicidad. Ser feliz es tu
derecho, una promesa que te pertenece, tu herencia y Dios quiere que la
experimentes, no luches en su contra.
Aprendamos entonces cómo deshacernos
de la frustración constante y de la mentalidad negativa:
1. Rompamos
la Herencia Familiar Negativa que Hemos Incorporado a Nuestra Vida.
Cortemos todas las maldiciones que se
declararon en nuestro círculo familiar y que hemos recibido como herencia para
que no la reciban nuestros hijos.
No critiquemos a nadie, miremos sólo
lo bueno, lo positivo, porque criticar a los demás activa la autocrítica y el
ser exigente con otros nos hará autoexigentes.
Nos enseñaron que sufriendo
lograríamos recibir lo que estábamos esperando, pero no es así. Nacimos para
ser felices y recibir la bendición de Dios. Sé feliz, arriesgate a equivocarte,
te puede ir mal en un negocio, pero Dios te llevará de su mano hacia la
victoria final.
2. Cuidemos
Nuestros Pensamientos.
Selecciona tus pensamientos. Dios es
eterno y sus promesas se cumplirán sí o sí; lo que Él piensa se mantiene en el
tiempo y así es como debemos actuar.
En un discurso hay tres niveles:
Lo que pienso.
Lo que digo.
Lo que sostengo en el tiempo.
Cada nivel tiene un poder que se
sumará al siguiente: el poder de lo que digo se suma al poder de lo que pienso
y si lo sostengo en el tiempo sumará más poder. Obtendré lo que es para mí,
cuando piense, diga y sostenga en el tiempo la confesión de mis labios, la
confesión de fe. Esta regla funciona tanto en bendición como en maldición.
Soltar
un pensamiento es sembrar una semilla en el mundo espiritual y mantenerla en
el tiempo, la hará realidad o no. No son “ideas locas” ni
“delirio de grandeza”; es la siembra en el mundo espiritual que, regándola
todos los días; Dios la dará por la declaración de tu boca. Pensá a lo grande,
positivamente, como Dios piensa y todo será tuyo. Tus palabras y pensamientos generan
tu mundo: hoy estás en el lugar que hablaste un día y mantuviste. Dios nunca te
ve negativamente.
3. Rodeate de
Bendición.
No importa que se burlen, sostené en
el tiempo tus palabras de fe a pesar de la crisis. Hay gente que tiene miedo
por eso dice: “Confesé esto, y ahora me va a pasar algo”. El ataque vendrá si
la confesión negativa permanece en el tiempo. Si el enemigo te ve seguro, y te
escucha seguir confesando palabras de fe en el tiempo a pesar de lo que pases,
si seguís confesando victoria y bendición, terminará fastidiado y alejado, y no
querrá ni tolerará escucharte más.
Si no controlás tu hablar, si callás
cuando debés hablar y hablás cuando debés callar; si no te defendés, no
lograrás nada. Vida gloriosa es aprender a vivir, a hablar, a pensar y a
sostener las palabras gloriosas.
Reemplazá:
Cada palabra negativa por una
gloriosa.
Cada palabra de enfermedad o muerte
por la de salud y vida.
Cada palabra de fracaso por victoria.
Cada palabra de desilusión por
ilusión en Jesucristo.
Declará con
tu boca que saldrás del lugar pequeño para llegar al espacioso. “Señor Jesús, declaro con mi boca pensamientos de prosperidad y
confieso que seré prosperado económicamente, que nada me faltará, que tendré
sobreabundancia, que no mendigaré nunca más, y cosecharé a lo grande y tendré
para dar”. Dios te dio un potencial para hablar bien, mantenelo en el tiempo
hasta que sea realidad.
Extracto
del libro “60 Principios de Fe” ;Por Bernardo Stamateas
Fuentes: Devocional Diario
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