A veces hay
una incomodidad en tu vida que no te permite tener paz, esa sensación que turba
tu mente y tu espíritu producida quizá por diferentes episodios que has tenido
que vivir los últimos días.
Y es que
pareciera que hay días que andamos en rachados, recibimos diferentes problemas,
enfrentamientos, discusiones o palabras que lo único que han hecho es
distraernos, ponernos de mal humor quizá o simplemente desanimarnos.
Y es que el
hecho de que te desanimes por situaciones como esas no es cosa anormal, somos
vulnerables todos, por muy fuerte que creas que eres, hay momento en donde todo
acumulado te hace sentirte cansado, débil, sin fuerzas, con ganas de rendirte o
de parar.
Son
difíciles esos momentos en donde existe una incomodidad que no sabes
identificar exactamente porque está allí o que la produjo, en donde solo puedes
deducir que es el resultado de tus últimos días.
Para esos
momentos en donde te sientes incomodo, cansado, desgastado, sin fuerzas y con
sensaciones de no querer seguir, hay una formula maravillosa que nunca falla.
En esos
momentos en donde lo que quisiéramos es salir huyendo hacia algún lado para
olvidarnos de todo, lo que realmente necesitamos es ir a un lugar a solas,
cerrar nuestros ojos, pensar en el Señor y hablar con toda sinceridad con Él,
cuéntale como te sientes, cuéntale lo que te pasa y entonces algo maravilloso
pasara.
De pronto
sentirás tus lagrimas correr sobre tus mejillas, como consecuencia de tu
encuentro con Dios, quizá lloraras como un niño, pero que lindo es que estas en
los brazos de tu Padre. Llorar no es malo, al contrario muchas veces nos ayuda
a sacar aquello que hasta ese momento no podíamos sacar, es como que si Dios
hubiera creado el llanto como un escape a esas emociones encontradas y a esos
episodios de tristeza que sentimos.
Después de
estar delante del Señor por algunos minutos estoy seguro que te sentirás mejor,
pues la idea no tendría que ser rendirse, al contrario, la idea es recobrar el
ánimo, las fuerzas y la voluntad para seguir luchando.
Hay una
cosa que tienes que entender y es que a pesar de las diferentes situaciones que
te toquen experimentar, Dios estará contigo, Él nunca te dejará, Él estará a tu
lado aun en esos momentos de crisis, aun en esos momentos de confusión, y es
que el hecho que te sientas sin fuerza y cansado, no quiere decir que Dios no
esté allí para abrazarte y que recobres la fuerza.
Quizá hoy
te sientas cansado y sin fuerzas, pero un encuentro personal con Dios puede
cambiar tu actual estado, por eso hoy quiero motivarte con todo mi corazón a que
vayas y deposites delante del Señor todas esas cargas que te han estado
agobiando, ¿Cómo?, pues ve a un lugar a solas, cierra tus ojos, piensa en el
Señor y comienza a hablar con Él como hablaras con tu mejor amigo, entonces
Dios comenzara a abrazarte y a renovar tus fuerzas, porque Él está allí mismo
contigo.
¡Vamos!
¡Levántate! Ve a ese encuentro maravilloso con tu Señor y estoy seguro que
saldrás renovado totalmente, porque en esos momentos en donde nos sentimos
cansados y sin fuerzas, lo que realmente necesitamos es encontrarnos con
nuestro Padre.
“El da
esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.” Isaías
40:29 (Reina-Valera 1960)
¡Dios renueva tus fuerzas!
Autor: Enrique Monterroza –
destellodesugloria.org
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