En medio de
la prueba, Dios le dijo a Israel que hicieran tres cosas: “No temáis. Estad
firmes. Ved la salvación de Jehová” Su llamado para Israel fue, “Voy a pelear
por ustedes. Simplemente manténganse quietos. Estén callados y déjenlo todo en
mis manos. Ahora mismo, estoy haciendo un trabajo en lo sobrenatural. Todo está
bajo mi control. Así que no entren en pánico. Confíen que estoy peleando contra
el diablo. Esta batalla no es de ustedes” (ver Éxodo 14:13-14).
Pronto el
atardecer cayó sobre el campamento. Este era el comienzo de la noche tormentosa
y oscura de Israel. Pero también era el comienzo del trabajo sobrenatural de
Dios. Él envió un ángel protector impresionante para que se colocara entre su
pueblo y el enemigo. Yo creo que Dios todavía envía ángeles protectores para
acampar alrededor de aquellos que lo aman y le temen (ver Salmo 34:7).
El Señor
también movió la nube sobrenatural que le había dado a Israel para guía. La
nube súbitamente se cambió del frente del campamento de Israel a la retaguardia
y surgió como una pared negra oscura ante los Egipcios. Al otro lado, la nube
proveyó una luz sobrenatural, dándole a los Israelitas una visibilidad clara
toda la noche (ver Éxodo 14:20).
Aunque el
ejército del Faraón estaba en una oscuridad total, ellos todavía podían alzar
sus voces. Y toda la noche ellos lanzaban amenazas y mentiras. Este aluvión de
mentiras sacudió el campamento de Israel aquella noche oscura. Pero no
importaba cuánto gritaba el enemigo sus amenazas. Un ángel montaba guardia
protegiéndolos, y Dios había prometido a su pueblo que él los sacaría adelante.
Amado
santo, si usted es un hijo de Dios comprado con la sangre, él ha puesto un
ángel guerrero entre usted y el diablo. Y él le manda a usted, de igual manera
que lo hizo con Israel, “No temas. Está firme. Cree en mi salvación.” Satanás
puede que venga contra usted vociferando amenazas malvadas. Pero en ningún
momento durante esa noche oscura y tormentosa, podrá el enemigo destruirlo.
“Moisés
extendió su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirara por medio
de un viento recio oriental que sopló toda aquella noche” (Éxodo 14:21).
La tormenta
de viento que Dios envió fue tan poderosa, que comenzó a partir las olas del
mar: “Un viento recio oriental…Así se secó el mar y las aguas quedaron
divididas” (14:21).
La palabra
Hebrea que se traduce aquí como viento, significa “exhalar violento”. En otras
palabras, Dios exhaló y el agua se congeló en paredes. El campamento de carpas
de Israel debió de haberse sacudido ferozmente cuando esos torrentes soplaron a
través del campamento. ¿Por qué permitió Dios que Israel pasara toda una noche
tormentosa, cuando él bien pudo haber hablado una simple palabra y calmado los
elementos?
Qué
tormenta debió de haber sido. Y qué tiempo aterrorizante para Israel. Yo le
pregunto a usted, ¿qué estaba Dios haciendo aquí? ¿Por qué Dios permitió que
esa terrible tormenta continuara toda la noche? ¿Por qué no le dijo a Moisés
que tocase las aguas con su manto, y que partiera las olas sobrenaturalmente?
¿Qué razón tendría Dios en permitir que esa terrible noche aconteciera?
Había sólo
una razón: El Señor estaba haciendo adoradores. Dios estaba trabajando todo el
tiempo, usando esa tormenta terrible para hacer un camino para que su pueblo
saliera de la crisis. Pero los Israelitas no podían ver esto en ese momento.
Muchos estaban escondidos en sus carpas, pero aquellos que salieron afuera
presenciaron un espectáculo glorioso de luces. Ellos también contemplaron la
gloriosa vista de las olas montándose, y las poderosas paredes de agua
levantándose para formar una senda seca que atravesaba el mar. Cuando las
personas vieron esto, ellos debieron de haber gritado, “Miren, Dios ha usado el
viento para hacer un camino para nosotros. “¡Alabado sea el Señor!”
(David Wilkerson, Fallecido)
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