Por Charles
F. Stanley | Leer la
Biblia no siempre es fácil. Si alguna vez pensó así, pero le resulta vergonzoso
decirlo, no crea que le ha pasado a usted solamente. En la Biblia hay, sin
duda, muchas cosas que comprendemos fácilmente. Pero, algunas veces, nos
encontramos con un pasaje que nos desconcierta, o peor aún, que nos enoja o
incomoda. A veces, es porque simplemente no lo entendemos. Pero, a menudo, nos
molesta porque no nos gusta lo que estamos leyendo. Es más fácil hacer caso
omiso de esos versículos y pasar a temas más interesantes, que ponerse a
discutir con Dios y hacer lo que Él dice. Leer la Biblia es difícil porque, al
final, nos desafía a cambiar.
Primera a los Tesalonicenses 5.18 es uno de esos versículos
que realmente pueden sacar a alguien de quicio: “Dad gracias en todo, porque
ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”. Pero, ¿qué de
esas situaciones difíciles y dolorosas? No es razonable estar agradecidos por
el sufrimiento.
Si yo hubiera escrito la Biblia, diría: “En la mayoría de
las cosas dad gracias, porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en
Cristo Jesús”. Es fácil estar agradecidos por las cosas buenas de la vida: por
un bebé recién nacido, un aumento de sueldo, una casa nueva, o una noticia
alentadora del médico. Pero ¿qué pasa si uno pierde su trabajo, descubre que su
hijo está metido en drogas, o el médico nos dice que nos quedan apenas seis
meses de vida? ¿Cómo puede esperar Dios, que uno esté agradecido?
Yo enfrenté este dilema hace algún tiempo cuando me lastimé
el hombro, y el dolor que experimentaba era insoportable. Leí este versículo, y
le dije al Señor: “Sé que dijiste esto, pero no es razonable cuando estoy
sufriendo tanto. Simplemente, no me siento agradecido”. Luego me di cuenta de
que no decía: “Dad gracias en todo cuando sintáis deseos de hacerlo”. Esta
orden no tiene nada que ver con los sentimientos.
La gratitud afecta cada área de nuestras vidas.
Al darnos la orden de dar gracias siempre, Dios no quiere
empeorar nuestra situación, ni que dejemos de un lado la razón. Es así como nos
consuela y bendice. Él sabe que estar agradecido en todas las circunstancias
nos afecta poderosamente. Estas son algunas de las lecciones que he aprendido:
La gratitud nos mantiene conscientes de que el Señor está
cerca todo el tiempo. A pesar de que la gratitud no es algo natural en las
circunstancias difíciles, dar gracias a Dios por caminar con nosotros en los
buenos y malos momentos, nos hace más sensibles a su consoladora presencia.
Nos motiva a buscar el propósito de Dios en medio de las
circunstancias. Saber que el Señor permite las penas y las dificultades con un
buen propósito, suaviza el dolor. Aunque no entendamos las razones de nuestro
sufrimiento, podemos dar gracias porque podemos descansar sabiendo que Él está
usando cada adversidad para transformarnos a la imagen de Cristo (Ro 8.28, 29).
Nos ayuda a someter nuestra voluntad a Dios. Cuando la
situación que estamos viviendo es lo último que quisiéramos, dar gracias al
Señor es un paso gigantesco con el que demostramos que queremos seguir el
ejemplo de Cristo, y decir: “No se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc 22.42).
La gratitud nos ayuda a reconocer que la voluntad de Dios es lo mejor, aunque
sea dura; de esa manera, somos capaces de renunciar al control de lo que
queremos. Someternos al Señor cambia nuestro corazón.
Nos recuerda nuestra constante dependencia del Señor. El
orgullo, la auto suficiencia y la independencia se evaporan cada vez que
estamos atrapados en una situación que nos deja indefensos e impotentes. Dar
gracias a Dios por su control sobre todas las cosas, nos recuerda que solamente
Él es nuestra fortaleza.
El agradecimiento es un ingrediente esencial para tener
gozo. No hay manera de “estar siempre gozosos” (1 Ts 5.16), sin dar gracias en
todo (v. 18). Es por eso que las personas ingratas son tan malhumoradas. El
gozo es una sensación interior de contentamiento, que fluye de la profunda
convicción de que todos los propósitos de Dios son buenos, y que Él está en
control.
Una actitud de agradecimiento fortalece nuestro testimonio
ante los incrédulos. El mundo está lleno de personas que están enojadas,
frustradas y abrumadas por las dificultades de la vida. El creyente que tiene
una actitud de agradecimiento, es como una luz que alumbra en un lugar oscuro.
Todos querrán saber por qué usted es diferente. Así podrá hablarles de su
Salvador.
Dar gracias al Señor centra nuestra atención en Él, en vez
de nuestras circunstancias. El secreto para tener un corazón agradecido,
comienza con la comprensión del carácter de Dios. Conocer sus maravillosos
atributos motiva la confianza y la gratitud. Él sabe exactamente por lo que
usted está pasando, le ama incondicionalmente, y le entiende perfectamente.
Cuando usted da gracias en los tiempos difíciles, Él se hace más grande, y las
circunstancias se vuelven más pequeñas.
El apóstol Pablo era capaz de ver la vida desde la
perspectiva de Dios. En 2 Corintios 4.16-18, dice que nuestro sufrimiento
actual es una “leve tribulación momentánea”. Si usted está pasando por un
momento muy duro, estas palabras pueden sonarle ridículas. Pero Pablo está
comparando nuestra situación aquí en la Tierra, con lo que nos espera en la
eternidad. Para él, un trecho de cuarenta años de sufrimientos y adversidades,
no se comparan con el “eterno peso de gloria” que le aguardaba (v. 17). ¡Qué
idea tan grandiosa! El sufrimiento que usted experimenta ahora, tiene el potencial
de producirle una gloria incomparable en el cielo. ¡Eso sí que es un gran
motivo para dar gracias a Dios!
Cuando estamos agobiados por nuestras circunstancias, dar
gracias nos infunde vigor. La mayoría de nosotros podemos manejar las pruebas
durante un corto tiempo, pero si continúan por un largo tiempo, es agotador. Si
una enfermedad se prolonga, si siguen sin resolverse algunos problemas, o si
las presiones económicas se vuelven más grandes de lo que podemos soportar, es
hora de empezar a dar gracias a Dios porque Él ha prometido dar fuerzas a los
cansados (Is 40.29). Él liberará su energía sobrenatural dentro de nosotros,
para que podamos soportar con paciencia la prueba, y salir victoriosos de ella.
La gratitud transforma a la ansiedad en una paz, que
sobrepasa todo entendimiento (Fil 4.6,
7). Aprendí este principio por medio de una experiencia muy difícil. Cuando
sentí ansiedad, descubrí que quejarme, enojarme y discutir con Dios, no
cambiaba mis circunstancias. Finalmente, en mi desesperación, comencé a dar
gracias al Señor. Solo entonces recibí su incomprensible paz. Mi situación no
cambió por un largo rato, pero la paz de Dios guardó mi corazón todo el tiempo.
¿Qué elegirá usted?
La mayoría de las veces, preferimos salir de las
dificultades antes que dar gracias a Dios. Pero ¿ha pensado alguna vez que la
situación dolorosa es por voluntad de Dios? Recuerde que su propósito es hacer
lo que es mejor para usted. Los propósitos del Señor para su vida van más allá
de sus días en la Tierra. Comience por dar gracias a Dios hoy, cualquiera que
sea la circunstancia en que se encuentre. Después de todo, ¿cuál es la
alternativa –la amargura, el resentimiento y las quejas? Dios le hizo a usted
para algo mucho mejor: para que disfrute gozo eterno. La transformación
comienza con una sencilla palabra dicha desde el corazón: Gracias.
Dígala una y otra vez.
Repítala. Su gozo será radiante, una luz que brillará en un mundo en
tinieblas y en la desesperación.
Fuentes: En Contacto
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