jueves, 8 de noviembre de 2012

Abra el caudal de la bendición de Dios



Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. – Hebreos 12:1,2

 La disciplina de la carne: estas palabras traen a la memoria de muchos creyentes recuerdos de frustración y de fracaso. Saben que es importante disciplinar la carne y que es algo que la Palabra de Dios enseña claramente, pero no saben exactamente cómo hacerlo.

Algunos se han dado por vencidos porque creen que tal disciplina es imposible. Otros siguen luchando, decididos a poner la carne bajo sujeción, aunque están perdiendo una batalla tras otra. Pero no tiene que ser así. En realidad, no podemos darnos el lujo de permitir que sea así porque nos costaría muy caro en la vida.

Nosotros tenemos la bendición de ser parte de la generación que verá las señales y los prodigios que los antiguos profetas desearon haber visto. Seremos testigos del derramamiento del Espíritu de Dios sobre toda carne. Pero el pecado impide el derramamiento del Espíritu. El poder y la gloria de Dios se manifestarán por medio de nosotros solo cuando nos despojemos del pecado. Será entonces cuando veremos las grandes maravillas que han sido profetizadas para nuestra generación.

Por lo tanto, deje atrás los fracasos del pasado. Propóngase que no va a dejar que los pecados de la carne le quiten la gloria de Dios. Sí, créalo, usted puede despojarse del pecado con el que ha estado luchando todo este tiempo y vivir bajo el control del Espíritu. Mire a Jesús, Él le mostrará cómo hacerlo.

Por Kenneth Copeland
Fuentes: Devocionales Cristianos

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