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JEREMÍAS 9.23, 24 | Pedro era pescador profesional; sabía cómo
interpretar las condiciones del tiempo, dónde encontrar los mejores lugares
para pescar, y cuándo dejar de hacerlo. Por su capacidad, pudo haber
cuestionado sin decir nada la sensatez del mandato de Jesús. ¿Por qué echar las
redes, si un experimentado equipo de pescadores no había atrapado nada durante
toda la noche?
A veces,
Dios les pide a sus hijos que actúen de maneras que pueden no parecer lógicas.
Su petición puede implicar dejar un empleo o un ministerio que Él acababa de
proveer, para que tome responsabilidades mayores cuando la vida ya es
suficientemente difícil, o aceptar una tarea que parece más indicada para
alguien con otras capacidades. Quizás el plan de Dios no tenga sentido en vista
de la edad, la situación económica o la salud. Sin embargo, por ser Dios quien
lo pide, será absolutamente correcto hacerlo. Tenemos que decidir si vamos a
hacer lo que es prudente según el criterio humano, u obedecer a Dios.
La Biblia
habla de muchas personas que tuvieron que tomar una decisión. A Noé se le dijo
que construyera un arca porque vendría un diluvio. A Josué se le dio la
estrategia militar de marchar alrededor de Jericó, en vez de atacar la ciudad.
A Gedeón, el guerrero sin experiencia, se le dijo que mandara a sus casas a la
mayoría de sus hombres antes de una batalla (Jue 7.2, 3).
No cometa
usted el error de dejar que la lógica humana le dicte si debe seguir o no el
plan de Dios. Confíe en Él, como lo hicieron Pedro y otros creyentes fieles.
Cuando decidieron obedecer lo que el Señor les dijo, todos experimentaron al
poder divino liberado en beneficio de ellos.
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