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EFESIOS 1.1-14 | A los creyentes que se sienten frustrados en
cuanto a su vida espiritual, les hace falta conocer dos cosas muy importantes:
la comprensión de la voluntad de Dios y los pasos necesarios que hay que dar
para descubrir su plan para sus vidas.
Comencemos
dando una mirada a la “voluntad expresa” de Dios, que incluye sus planes
inmutables para el mundo. Como el gobernante soberano, Él tiene el control de
todo; ningún gobierno asciende al poder, y ningún padecimiento físico ocurre a
menos que Dios lo permita. Él ha determinado que llevará a cabo el plan que se
trazó mucho antes de la creación.
El Señor
revela muy poco de su voluntad a la humanidad. Podemos prever solo los
acontecimientos que Él ha dado a conocer, tales como el regreso de Cristo y el
juicio ante el gran trono blanco (Ap 19.11; 20.11-15). Gran parte del
conocimiento que tenemos proviene de nuestra experiencia y de la lectura de la
Biblia. Sabemos, por ejemplo, que el Señor nos ha dado libre albedrío limitado,
y que tiene un plan para redimirnos del pecado que hay en nuestras vidas.
El Señor
hará su voluntad, ya sea que creamos o no en su soberanía. Su plan es mucho más
grande de lo que podemos comprender, y fue ideado de una manera que glorificará
a Dios, al mismo tiempo que pone de manifiesto nuestra necesidad de Él.
El
propósito de Dios es su gloria. Debido a que nuestra limitada perspectiva ve
solamente la maldad del mundo, la enfermedad, la guerra; la gente se pregunta
cómo puede Dios permitir que estas cosas sucedan. Pero sabemos que “Dios
dispone todas las cosas para bien” (Ro 8.28 NVI).
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