-Recuerda quién los unió. Dios les ha unido a ambos por una razón. No es un accidente. Él les ha llamado para ser uno (Génesis 2: 24), para honrarse mutuamente (Efesios 5: 22-33), para amarse mutuamente (1 Corintios 13) y para permanecer juntos hasta que la muerte los separe (Mateo 19: 9).
-Cambia tu forma de pensar. Sigues siendo un individuo. Pero Dios te ha llamado para dejar a tu padre y a tu madre y unirte a tu cónyuge. Eso implica hacer cambios en tu forma de pensar (ahora perteneces a alguien más) así como en tu forma de actuar (ya no actúas como una persona soltera). Cambiar tu forma de pensar puede cambiar tu forma de sentir. Comienza a pensar como una persona casada y probablemente empezarás a sentirte como una.
-Edúcate sobre el deseo de Dios por la unidad en tu matrimonio. Lee pasajes de la Biblia que enfaticen la importancia de la unidad y la unión (Juan 17; 1 Corintios 7). Personalízalos insertando tu nombre y el de tu pareja. Pídele a Dios que te muestre cualquier actitud y acción que se interponen en el camino hacia la unidad. Deja de enfocarte en los errores de tu pareja y comienza a trabajar en la unidad cambiando tú primero.
Aprende de otras personas. Pregúntale a otras parejas que conozcas que tienen matrimonios fuertes cómo se movieron de la independencia a la interdependencia. ¿Qué paradigmas y hábitos adoptaron que les funcionaron?
Si le preguntas a Bill y a Ruth, esto es lo que te podrían decir.
Bill era independiente. También lo era Ruth. Durante los primeros tres años de matrimonio las cosas eran tan pedregosas que ambos pensaron que habían cometido un error al casarse. Desarrollaron intereses y amistades separadas, pasaban muy poco tiempo juntos, se distanciaron e incluso consideraron el divorcio. Pero por su trasfondo eclesial, sintieron que tenían que permanecer juntos.
Las cosas cambiaron en su tercer aniversario. Se hicieron un compromiso: Sin importar lo que pasara, aprenderían cómo conectarse y desarrollar la intimidad. Empezaron a estudiar la Biblia y a orar juntos y a asistir a cada conferencia sobre matrimonios que pudieron encontrar. Hicieron que pasar tiempo juntos fuera un pasatiempo, donde veían a uno, ahí estaba el otro. Practicaron golf y esquí. En los siguientes 20 años, tenían por lo menos una cita por semana.
Recientemente, Bill y Ruth fueron a un retiro de matrimonios –donde los eligieron como la Pareja Más Dedicada. Su cambio de la soledad a la unión no había sucedido por sí mismo. Intencionalmente se acercaron y se apegaron a ese compromiso.
Probablemente te digan que la intimidad intencional es una inversión que siempre retribuye –y probablemente tengan razón.
Tomado de Focus on the Family's
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