“Regocijaos
en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Filipenses 4:4) Estas son
las palabras finales de Pablo a los Filipenses. El no estaba diciendo, “Estoy
en prisión y éstas cadenas son una bendición. Estoy tan contento de este
dolor”. Yo estoy convencido de que Pablo oró diariamente por su liberación y
que a veces clamaba por fortaleza para soportar. Aún Jesús en su hora de
aflicción y dolor, clamó al Padre, “¿Por qué me has abandonado?” Este es
nuestro primer impulso en nuestras aflicciones, clamar y preguntar, “¿Por qué?”
Y el Señor es paciente con ese clamor.
Pero Dios
también ha provisto para que nuestras preguntas de “¿Y si…?, y los “¿Por qué?”
puedan ser respondidas por su Palabra. Pablo escribe, “Sabiendo que estoy
puesto para defensa del evangelio…Cristo es anunciado; y en esto me gozo y me
gozaré siempre.”(Filipenses 1:17-18) El nos está diciendo, en otras palabras,
“Estoy determinado a que la Palabra de Dios sea validada por la manera en que
yo reacciono a esta aflicción. Yo me he propuesto que no voy a traer vergüenza
al evangelio ni hacerlo parecer sin poder.”
“El hecho
es, Cristo está siendo predicado por mi apariencia calmada, por mi descanso en
medio de todo esto. Todos los que me ven saben que el evangelio que yo predico,
me sostiene durante estos tiempos duros. Esto prueba de que Dios puede llevar a
cualquier persona a través de cualquier situación, cualquier fuego o
inundación, y que el evangelio será predicado a través de esa experiencia.”
El mensaje
que yo escucho a través de Pablo y de Abraham es éste: No tenemos que hacer
algo grande para el Señor. Tan solo tenemos que confiar en él. Nuestro rol es
colocar nuestras vidas en las manos de Dios y creer que él cuidará de nosotros.
Si nosotros simplemente hacemos eso, su evangelio estará siendo predicado, no
importa cual sea nuestra circunstancia. Y Cristo será revelado en nosotros
especialmente en nuestras circunstancias difíciles.
Sam, un
anciano de nuestra iglesia, me dijo una vez, “Pastor David, la manera en que
usted responde a los momentos difíciles es un testimonio para mí”. Lo que Sam
no se dio cuenta es que su vida es un sermón para mí. El vive con un dolor
crónico que sólo le permite dormir unas pocas horas cada noche. A pesar de su
dolor atroz, su devoción al Señor es un testimonio para todos nosotros. Su vida
predica a Cristo tan poderosamente como cualquiera de los sermones de Pablo.
Así que,
¿está Cristo siendo predicado durante el tiempo difícil que usted está pasando?
¿Ve su familia que el evangelio está trabajando en usted? O sólo ven pánico,
desesperación e incertidumbre de las fidelidades de Dios? ¿Cómo está usted
respondiendo a su aflicción?
( David
Wilkerson, fallecido)
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