miércoles, 30 de enero de 2013

ACEPTAR EL RIESGOS



Leer | HECHOS 9.1-20  |  A muchos cristianos no les gusta arriesgarse, y por eso reúnen la mayor cantidad de datos posibles y analizan las opciones antes de tomar cualquier decisión. Tenemos la tendencia a calificar los riesgos de “indeseables”, porque pueden terminar causándonos pérdidas y angustias; tememos los resultados no deseados, o a no alcanzar nuestros sueños. Tememos pareceres tontos o incompetentes, incurrir en problemas financieros o enfrentar algún peligro físico. Desde el punto de vista humano, eliminar la incertidumbre tiene sentido.

 Pero ¿qué piensa Dios? ¿Hay ocasiones en las que los cristianos deben aceptar riesgos? La respuesta es un “sí” rotundo, cuando es Él quien nos pide que dejemos nuestra agradable rutina. Desde el punto de vista del Señor, no hay ninguna incertidumbre, porque Él tiene el control de todas las cosas, y nunca dejará de llevar a cabo su buen propósito (Ef 1.11).

La Biblia nos cuenta de personas que aceptaron riesgos para obedecer al Señor. Una fue Ananías, a quien el Señor envió para ministrar al recién convertido Saulo. Ananías arriesgó su vida para obedecer. Otra fue Pablo, a quien se le dijo que predicara a los judíos el mismo evangelio al que él se había opuesto con tanta violencia. Al concentrarse en Dios, en su carácter y en sus promesas, ambos hombres obedecieron, pese a la incertidumbre, la duda y el temor.

La madurez espiritual es obstaculizada cuando el cristiano rehúsa obedecer a Dios. A veces, eso implica dejar lo que es seguro o habitual. ¿Qué riesgo le está llamando el Señor que acepte? Él jamás le fallará. Dé un paso de obediencia, y observe lo que Él hace para que su fe crezca más.

(Charles Stanley, En Contacto )

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