Si, pues,
coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. – 1ª
Corintios 10:31.
Te
alabarán, oh Señor, todos los reyes de la tierra, porque han oído los dichos de
tu boca. Y cantarán… porque la gloria del Señor es grande. – Salmo 138:4-6.
Esta
dedicatoria se ha encontrado en numerosas partituras de Juan Sebastián Bach
(1685-1750), cuya música aún hoy nos conmueve. Comprendemos que una obra genial
sea hecha para la gloria de Dios. Pero, ¿somos conscientes de que cada acción
del creyente puede ser hecha para la gloria de Dios, hasta lo más corriente
como comer y beber? Y el Señor no olvida nada de lo que ha sido hecho para él,
ni siquiera un vaso de agua fresca dado en su nombre (Mateo 10:42).