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Hebreos 12.1-3 | La vida cristiana es descrita muchas veces como una carrera
diseñada por Dios. En ella, somos llamados a cumplir sus planes para nosotros.
En otras palabras, ser conformados a la semejanza de Cristo y glorificar al
Señor.
Para correr la carrera, tenemos que conocer la
ruta. La Biblia nos
sirve de mapa, brújula y guía. Es un manual infalible para mantenernos
apartados del pecado en nuestra sociedad.
Para terminar la carrera necesitamos
inspiración y corrección, y la Sagrada Escritura ofrece ambas mediante sus relatos verídicos.
Algunos de nosotros somos como el rey Saúl, que respondió al llamado de Dios y
comenzó la carrera muy bien (1 S 10.9-11); pero la corrección es posible si
perdemos nuestro enfoque del plan de Dios y nos sumergimos en las cosas del mundo.
Otros son como el apóstol Pablo, quien fue cruel por años antes de ser salvo.
Su vida nos inspira a perseverar y a aceptar el plan de Dios con más pasión.
En la carrera encontraremos obstáculos contra
los que debemos perseverar. Algunos de ellos pueden ser: críticas por parte de creyentes y no
creyentes; intolerancia a nuestro amor por Cristo; y períodos de soledad e
incertidumbre cuando el camino no sea claro. El Espíritu Santo nos fortalece
cuando estudiamos el carácter inmutable de Dios y sus promesas eternas.
¿Está usted
corriendo bien la carrera? ¿Cómo está respondiendo a las presiones a lo largo
del camino? Recuerde que Cristo, que es nuestra vida misma, siempre corre con
nosotros.
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