Leer | Juan 14.26 | Dios sabía que nunca podríamos entender toda su grandeza
con nuestras mentes finitas. Es por esto que nos dio al Maestro divino —el
Espíritu Santo.
El propósito del estudio de la Biblia no es que adquiramos información
sino que seamos transformados. Si lo que leemos no cambia nuestras vidas,
entonces no estamos experimentando el poder del evangelio. El Espíritu Santo
tiene un propósito importante al enseñarnos la Palabra de Dios: transformarnos
según la imagen de Cristo (Ro 8.29). Y lo hace en tres áreas:
1. En la evangelización. Antes de llegar a
tener fe en Jesucristo, fue el Espíritu de Dios quien obró para hacernos
conscientes de nuestra necesidad de un Salvador. Este fue el primer paso hacia
nuestra semejanza a Cristo.
2. El discipulado. Después que
ponemos nuestra fe en Cristo, el Espíritu Santo comienza el proceso del
discipulado, que se refiere al crecimiento espiritual continuo y a un
conocimiento cada vez mayor de las Sagradas Escrituras.
3. Las misiones. Dios quiere que
sus seguidores vayan al mundo para anunciar las buenas nuevas de Jesucristo.
Los creyentes tienen el privilegio de expresar su gracia a todas las personas.
La transformación es la clave para llegar a parecernos al Señor
Jesucristo. Aunque nunca alcanzaremos la perfección en esta vida, la
peregrinación hacia la semejanza a Cristo es importante; pues es la manera como
nos convertimos en cristianos maduros y activos.
El Espíritu Santo es nuestro guía. Dé gracias hoy a Dios por su bondad
al darle el Maestro perfecto para que le dirija en esta apasionante
peregrinación de fe.
(En Contacto)
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