LEA: Marcos
3:1-15 | Me sorprendió ver un artículo en un periódico de gran tirada que
elogiaba a un grupo de jóvenes que practican snowboard y que tienen reuniones
cristianas semanales en la ladera de una montaña. La historia escrita por
Kimberly Nicoletti en un periódico atrajo una gran audiencia con su relato sobre
este grupo que ama practicar este deporte y contar cómo Jesús les cambió la
vida. A estos jóvenes los respalda una organización juvenil cristiana que los
entrena para demostrar el amor de Dios.
Es más
fácil hacer cosas uno mismo que entrenar a otros; no obstante, Jesús invirtió
su vida en una docena de discípulos a través de los cuales se extendería la
obra de Dios a todo el mundo. En medio de la necesidad imperiosa de personas
que clamaban para ser sanadas, el Señor subió a un monte, y allí «estableció a
doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar» (Marcos 3:14).
Una de
aquellas deportistas de snowboard declaró en cuanto a su entrenamiento para el
discipulado: «Nunca tuve capacidad para desarrollar relaciones interpersonales
con familiares ni amigos; los mantenía a cierta distancia. [El programa] me
mostró el amor de Dios y abrió mi corazón para que me extendiera a otras
personas»
Cuando
experimentamos el amor de Cristo y estamos en compañía de Él y de sus
seguidores, encontramos valor para actuar y hablar de maneras que honren a
nuestro Señor.
Testificar
no es una tarea, sino un estilo de vida.
(Nuestro
Pan Diario)
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