Efesios 6:
10 Por lo
demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.
11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes
contra las asechanzas del diablo.
12 Porque no tenemos lucha contra
sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los
gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de
maldad en las regiones celestes.
13 Por tanto, tomad toda la
armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado
todo, estar firmes.
14 Estad, pues, firmes, ceñidos
vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia,
15 y calzados los pies con el
apresto del evangelio de la paz.
16 Sobre todo, tomad el escudo de
la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.
17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la
palabra de Dios;
18 orando en todo tiempo con toda
oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y
súplica por todos los santos;
Durante
decenas de años, cada vez que hacía un viaje largo llevaba un botiquín de
emergencia, pero nunca tuve que usarlo. Se convirtió en un elemento tan
habitual que, la noche que realmente lo necesité, no podía recordar dónde
estaba. Felizmente, mi esposa sí se acordaba.
Después de
atropellar un ciervo en una oscura carretera rural, nuestro vehículo quedó
completamente inutilizado. Mientras trataba de iluminar con una pequeña
linterna, y tanteaba para evaluar el daño y llamar una grúa, mi esposa abrió el
botiquín de emergencia, armó las balizas reflectoras y luego, para sorpresa
mía, encendió la brillante linterna. Tiempo después, hablábamos de cómo las
crisis pueden hacernos olvidar de los recursos que tenemos, justo cuando más
los necesitamos.
Pablo instó
a los efesios a ponerse «toda la armadura de Dios, para que [pudieran] estar
firmes contra las asechanzas del diablo» (Efesios 6:11). Esta cubierta de
protección incluye la verdad, la justicia, el apresto, la fe, la salvación y la
oración (vv. 14-18). Aunque estos recursos espirituales nos resguardan todos
los días, debemos recordarlos cuando sobrevienen los problemas y el enemigo
trata de socavar nuestra confianza en el amor y el cuidado de Dios.
Utiliza el
botiquín. «… tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día
malo, y habiendo acabado todo, estar firmes» (v. 13).
Reflexión:
Dios provee la armadura, pero nosotros debemos usarla.
Fuentes:
Nuestro Pan Diario
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